5. Gala

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Después de un par de cubatas y varios chupitos de tequila, todas las ideas parecen buenas, o al menos necesitan menos filtros.

- Vale - dice Nico volviendo a la sala de estar -, tengo zumos de piña. ¡Que todo el mundo diga "sí"!

- ¡Siiii! - gritamos entre risas todos los demás.

Apartamos las botellas vacías de refresco de limón y él trae un montón de bricks pequeños de zumo. Repartimos la ginebra que queda, creamos la nueva mezcla con las expectativas altísimas y, en efecto, está buenísimo.

Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. Solo somos seis, contando con Elena, la chica de la claqueta, pero creo que en ningún sitio podría estar disfrutando y riéndome tanto.

El altavoz con forma de huevo tiembla con cada canción, bailamos como si estuvieramos en una discoteca y no en el salón de un piso pequeño. Hemos apartado la mesa y pegado el sillón a la pared. Cualquiera que lo viese desde fuera pensaría en lo cutre que se ve el panorama, pero desde dentro es una gozada. Me da igual lo simple y barata que parezca la fiesta, a veces es mucho mejor así.

- Vamos a jugar a algo - propone Elena.

La miramos expectantes y ella hace bailar entre sus dedos una botella vacía.

No por favor.

Por suerte la mayoría abuchean e insinúan que es un juego de niños. No puedo creer que la gente siga jugando a la botella, me pone nerviosísima. La segunda propuesta no es mucho mejor, también me parece infantil y me hace sentir casi igual de incómoda.

- Vale chicos: Yo nunca... - Elena hace un silencio para crear tensión - he besado a alguno de los presentes.

Nico, Sebas y ella beben y casi se atragantan al reírse. A saber lo que ha pasado entre ellos. La chica sigue con el juego que tanto parece divertir a todo el mundo.

- Yo nunca besaría a alguno de los presentes.

Todos beben menos yo y veo cómo Perti me sonríe al bajar su vaso. ¿Es una indirecta?

- Vamos, Gala, tienes que beber en alguna - dice mi amiga entre risas.

- No me gusta este juego, también me parece infantil.

- Venga - intenta animarme -, ¡yo nunca bailaría con todos los presentes!

Su estrategia me hace reír y todos bebemos y nos levantamos para bailar.

Suena un pitido interrumpiendo la canción que acaba de empezar y nos miramos sabiendo lo que va a ocurrir, en este momento, parece lo más trágico que podría pasarnos.

¡En treinta segundos se quedará sin batería, vamos a aprovecharlos! - Perti alza su vaso y nos anima a todos. Cantamos como si nos fuera la vida en ello.


¡Quédate, que la noche sin ti duele!

Sebas enciende y apaga el interruptor de la luz para dar más énfasis.

¡Tengo en la mente las pose' y todos los gemido'

que ya no quiero nada que no sea contigo!

¡Queeeeedate! - el altavoz se apaga, no sin antes anunciar:

Low battery, please charge.

¡Que la noche sin ti due-e-e-e-eeele! - seguimos cantando sin música y acabamos todos riendo, tirados entre el sofá y el suelo.

- ¡Uf! - Elena es la primera en poder hablar - Creo que mañana no voy a saber leer la claqueta.

- Tenemos que estar allí en seis horas - advierte Nico.

- ¡No seas aguafiestas! - A Perti parece no importarle - No necesitamos música, podemos jugar a otra cosa.

- Yo me voy - Lola se levanta colocándose la falda -, tendré que hacer un trabajo enorme con el antiojeras antes de salir de casa.

Me levanto y cojo mis cosas para irme con ella, su casa está solo un par de calles más lejos de mi edificio, siempre es más fácil compartir taxi. Perti se acerca a mí antes de que me despida de la gente.

- Ey, es bastante tarde y nuestra casa está muy cerca del estudio - baja un poco la voz -, si quieres puedes quedarte.

-  Gracias - rechazar este tipo de propuestas siempre me ha resultado difícil -, pero también me voy a casa. Quizá otro día.

Las tres chicas nos vamos juntas y, al salir del portal, Elena y Lola se giran hacia mí emocionadas

- ¡Gala! Acabas de rechazar a un chico - mi amiga hace un resumen de lo evidente.

- ¿Por qué no te quedas? - Elena intenta convencerme - Perti es muy mono y seguro que no se le da nada mal el tema.

- No hace ni veinticuatro horas que le conozco, chicas - estamos borrachas, sí, pero al parecer yo estoy mucho más lúcida que ellas -, no voy a enrollarme con alguien la primera noche.

Ambas me abuchean entre risas pero las ignoro. Ahora lo único que me interesa es encontrar un taxi y acostarme cuanto antes. Esta noche ha sido genial, pero no he olvidado lo que ha ocurrido durante el rodaje y solo espero que mañana no me hagan volver al plató. Aunque supongo que, después del numerito que he montado, estaré condenada a limpiar brochas el resto de mis prácticas.

Elena es la primera en bajar del coche y, cuando llegamos a mi calle, aparto la cabeza de Lola de mi hombro.

- Lola - la despierto -, no te duermas, solo te quedan unos tres minutos hasta casa, ¿vale? Acuérdate de mandarme un mensaje cuando llegues.

Me da un beso en la barbilla y salgo del coche. Antes de entrar en mi portal, hago una foto de la matrícula. No puedo evitar desconfiar, sobre todo por la noche. Unos minutos después, mi móvil vibra al recibir una foto de mi amiga tumbada en su cama con la mano tapándose la cara. Me quito la ropa dejándola caer al suelo, ya me encargaré mañana de ella. Me pongo el pijama que dejé en la silla y veo la foto que hay en el panel de corcho sobre mi escritorio. Adam Ros dirigiendo su primera película: Nadie saldrá con vida. Ahí tenía solo un año más que yo ahora y me duele el corazón al pensar, que ya no está en el pedestal donde le he tenido tanto tiempo. Desde que era pequeña quería ser actriz y, al descubrir sus películas, supe que tenía que conseguirlo para aparecer en alguna de ellas. Sin embargo, perdí mucha motivación por el camino aunque, por suerte, crear personajes con el maquillaje me devolvió un poco a la vida. Creía que hacer prácticas en una producción suya sería la oportunidad perfecta para acercarme a él, conocerlo y aprender de su forma de trabajar. Pero creo que ya no es el chico que hablaba emocionado sobre cine en entrevistas. Los vídeos antiguos de YouTube donde se le veía dirigiendo de pie, nervioso y sonriente, parece que son cosa del pasado. Este hombre no es el que yo admiraba.

Quito la foto desilusionada y noto la humedad en mis ojos. Es frustrante descubrir que has idealizado tanto a una persona que, simplemente, te la has inventado. Él es quien es, y no tiene nada que ver con lo que había creado en mi imaginación. Mi objetivo ahora debe ser aprender tanto como pueda del equipo artístico y, dentro de unos meses, seguir mi camino profesional por otro lado, lejos de directores de cine estúpidos y egocéntricos.

Miro una última vez la imagen, cojo aire y lo expulso mientras la dejo caer en la papelera. 

¡Prevenidos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora