- ¿Por qué eres tan duro con ella?
Espero unos segundos para contestar. Acaba de cerrar la puerta y no me apetece que escuche la conversación.
- No soy duro, solo quiero saber lo que ha ocurrido.
- Casi sale corriendo de aquí, ¿has visto la cara que tenía?
- Quería saber su versión, Will, todos me están pidiendo que la eche. Ha tenido que pasar algo, no me creo que la haya cagado en algo tan básico después de lo que hizo ayer.
Mi amigo parece entender lo que digo y pensamos durante un rato. Rompe el silencio sabiendo lo que hay en mi cabeza.
- ¿Crees que alguien intenta sabotearla?
- No lo sé - confieso -, pero Gala no se va a ninguna parte.
Algunas noches salgo con Will solo por el placer de su compañía. Tenemos gustos bastante distintos pero somos muy flexibles, así que nos turnamos para elegir el plan. La última vez nos encerramos en mi piso e hicimos una maratón de El Padrino, un plan perfecto. Pero no para mi amigo, que hoy me ha obligado a vestirme medio elegante y sonríe mientras conduce quien sabe a dónde. Callejeamos y conseguimos aparcar en frente de un supermercado veinticuatro horas. Unos minutos después nos encontramos en la cola de un garito con la puerta negra, un letrero luminoso rosa y un segurata que debe pesar el doble que yo y tiene cara de poca paciencia.
- Tío - bajo la voz para que solo Will pueda oírme -, ¿dónde me has traído?
- Relájate, te va a gustar.
Casi media hora más tarde pasamos tras pagar una entrada abusivamente cara y nos sentamos en una mesa redonda para dos personas. Hay un escenario no muy alto y un montón de luces y focos de mala calidad.
Por favor, que no sea un club de striptease.
La iluminación de platea se atenúa y el escenario se vuelve un revoloteo de luces de colores y humo.
Todos los espectadores comienzan a dar golpes en las mesas y a gritar como locos. Me doy cuenta de que la gran mayoría son hombres. El escenario se llena de mujeres disfrazadas de princesas mientras entre las mesas el alboroto es cada vez más desagradable. Will se muerde el labio inferior sonriente y se une al jaleo cuando las chicas empiezan a bailar.
Debo reconocer que la coreografía está bien ensayada y los disfraces muy conseguidos, aunque les falta mucha tela para parecerse a las películas infantiles. Observo a las bailarinas una a una, ninguna parece tener más de veinticinco años y, cuando llego a la de la esquina, todo se disipa. Quizá me esté volviendo loco, en vez de desconectar, la noche de descanso me está confundiendo más que otra cosa.
- Will - se acerca para escucharme - ¿no te resulta familiar la del pelo negro y falda amarilla?
- Adam - se ríe -, es Blancanieves, ¿cómo no te va a sonar?
- No, tío, mírala bien.
Su sonrisa se transforma casi de inmediato en una exagerada O de sorpresa. Se lleva las manos a la boca pero yo prefiero taparme la cara entera.
Cuando la canción cambia, varias de las bailarinas bajan entre las mesas y toman nota mientras dejan a los clientes comprobar la calidad de sus ligueros. Siento una bola de plomo dentro del estómago, no sé si de rabia, de vergüenza, o ambas. Consigo tragar saliva al ver que Gala se queda en el escenario con otras cuatro princesas y siguen bailando sonrientes. Soy incapaz de apartar la vista de ella. Hago un sobreesfuerzo cuando veo a un salido de primera fila intentando subirse al escenario directo a ella, pero es mucho más rápida. Gala se quita la capa carmesí para arrojarla en la cara del cuarentón y lo devuelve a su silla de un puntapié. No puedo evitar sonreír. Me pregunto por qué algunas se quedan seguras sobre la tarima y otras bajan entre los lobos. Quizá se turnen. A lo mejor mañana a Gala le tocará dejarse manosear mientras intenta escribir lo que piden los babosos. Puede que la pelirroja vestida de Mérida que se está acercando a nuestra mesa mañana solo tenga que bailar.
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¡Prevenidos!
Romance¿Qué ocurre cuando descubres que tu amor platónico no tiene nada que ver con lo que habías imaginado? Una joven en busca de su propio camino. Un hombre perdido que necesita que lo encuentren. La eterna lucha entre mente y corazón que nunca acaba bie...