9. Adam

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No sé en qué momento me ha parecido buena idea llevarla a casa. La he visto con esa cara de estar completamente perdida y cargada con la bolsa y la maleta, y me ha dado algo de pena. Normalmente ignoro a los cachorritos lastimeros, pero debo reconocer que hoy ha trabajado duro y, no solo ha cumplido con el objetivo, sino que ha superado mis expectativas. Nunca habría dicho que es la misma chica que se dio de bruces durante el rodaje. Su diseños han sido muy buenos, ahora me da rabia la birria de sueldo que le van a dar, en este mundo o pagan demasiado bien o no llegan ni al mínimo decente.

Está sentada en el asiento del copiloto, mirando por la ventana con las manos bajo sus piernas, como si tuviera frío. No se ha movido desde que ha entrado en el coche y parece que en cualquier momento va a reventar de la tensión. Paramos en un semáforo en rojo y ella mira alrededor como si estuviera contando los segundos para bajarse del coche. Nuestras miradas se cruzan, el reflejo del sol aclara el color de sus ojos y veo que son muy grises, con salpicaduras violáceas. Me doy cuenta de que estamos manteniendo la mirada más segundos de lo necesario y no salgo del embrujo hasta que el claxon del coche de detrás me sobresalta. El semáforo se ha puesto en verde y me apresuro a continuar el trayecto. Veo cómo suelta una gran bocanada de aire y se deja caer levemente hacia atrás pero no puede apoyarse, la coleta choca con el reposacabezas y vuelve a erguirse. ¿Por qué demonios me estoy fijando tanto en sus movimientos?

Llego a la calle que me había indicado y reduzco la velocidad esperando que me diga el número. No lo hace así que paro en cuanto puedo y la miro mientras se desabrocha el cinturón.

- ¿Te viene bien aquí?

- Sí - contesta sin mirarme -, vivo cerca.

Me bajo a la vez que ella para ayudarla a sacar la pesada maleta. Cuando la coge levanta el mentón y me mira nerviosa. ¿Por qué la intimido tanto? Oigo la voz de Will dentro de mi cabeza diciéndome lo horrible que fui con ella y, así como me salté la norma de no hablar a la gente durante el rodaje, lo hago ahora de nuevo para disculparme. Al menos no hay testigos.

- Has hecho un buen trabajo - sus ojos se abren y sus cejas se arquean, es muy expresiva -. Siento mi comportamiento de hace un par de días, ¿te veré de nuevo en el plató?

Abre la boca y tartamudea antes de conseguir soltar una frase del tirón.

- Por mí encantada, depende de ti.

No puedo evitar sonreír ante la torpeza de esta chiquilla. Hace un par de horas era una mujer seria e infranqueable dominando su espacio de trabajo con eficacia y ahora parece un perrito asustado. Asiento en señal de despedida y subo al coche mientras ella se dirige a la acera y camina calle abajo. No sé muy bien por qué pero quiero asegurarme de que vuelva a trabajar como hoy. Como bien ha dicho, depende de mí.

Conduzco en dirección a casa pero algo me provoca rechazo, no me apetece llegar. Giro a tiempo y pongo rumbo al estudio de rodaje. No debería haber nadie hoy, así que espero tener el edificio para mí solo. Me relaja dar vueltas por todos los rincones mientras pienso. Aparco en el garaje que alquilé en la calle de al lado y tardo menos de un minuto en entrar.

El plató parece mucho más grande cuando no hay gente, incluso hace frío. Todas las luces están apagadas, las cámaras y los equipos guardados y la grúa pegada a una esquina. Mi gente hace bien su trabajo. Sin embargo, algunos de los cables del suelo no están bien pegados, puede que no fuera tan descabellado que alguien se pudiera tropezar.

Entro en el ascensor y el pasillo parece aún más lúgubre iluminado solo por los fluorescentes. Cuando la puerta se cierra, una pequeña raya azul llama mi atención. Sin ninguna vergüenza, la chica torpe sacó un boli y corrigió el cartel. Will tiene razón, soy un imbécil, ni siquiera recuerdo su nombre.

Llego al segundo piso, cojo un paquete de galletas del cátering y entro en mi despacho. Mi portátil se enciende en cuestión de segundos, accedo a la carpeta de la plantilla en busca del apartado de currículums. Encuentro una una llamada "Prácticas NR". No remuneradas. Y fue idea mía, cada vez me siento peor. Creo que a veces hago las cosas sin pensar en qué consecuencias habrá en otras personas. Bajo en la lista de nombres hasta que doy con el que estoy buscando. Gala Taboada - Maquillaje. Gala. Esa es.

Abro el archivo y, una vez más, esta chica me sorprende. Licenciada en arte dramático, máster en maquillaje y caracterización. Dos años en una compañía de teatro y varios cursos de improvisación y escritura. Dependienta en dos tiendas, camarera en una heladería y tres años de monitora de extraescolares. Veintitrés años. No me salen las cuentas, ¿es que no duerme? Agrando la foto. Sus ojos parecen más oscuros. Su cara es pequeña, o al menos lo parece tras las gafas de pasta que parecen pesar mucho para una nariz tan fina. Su pelo es más claro que castaño pero no tanto como rubio y hace leves ondas a la altura de la mandíbula. Es bonita.

Cierro el portátil casi de golpe. ¿Qué estoy haciendo? No es más que una niña. Me autoconvenzo de que solo es curiosidad y paso el resto de la tarde mirando facebook y comiendo galletas. Las noticias e imágenes me distraen, aunque no lo suficiente.

Nunca había visto unos ojos con motitas violetas.

Basta. Decido llamar a Clarisa. He estado evitándola porque es superficial e insoportable, pero ella tampoco busca gran cosa en mí. Ambos sabemos que el otro no quiere nada más allá de cenas lujosas y sexo. Acepta mi oferta y paso por casa a darme una ducha y arreglar el dormitorio antes de recogerla, aunque no me importe su opinión, me gusta usar sábanas limpias si voy a meter alguna mujer en mi cama.

¡Prevenidos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora