4 - Bastardo real.

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Miró a su alrededor con curiosidad, encontrándose en una habitación bastante lujosa

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Miró a su alrededor con curiosidad, encontrándose en una habitación bastante lujosa. El príncipe lo había dejado allí con dos guardias fuera, seguramente para evitar que saliera sin permiso, aunque él estaba ansioso por explorar más del castillo. Se imaginaba que el lugar tendría un nombre, como todos los castillos importantes. Pensó en la historia que ese lugar debía tener, en las batallas que habrían tenido lugar en sus alrededores, en los personajes importantes que habrían pasado por allí. La idea de ser parte de esa historia, aunque fuera de forma fugaz, lo emocionaba.

Se quitó la capa que llevaba sobre los hombros y la arrojó al suelo, sintiendo la necesidad de un buen baño. Se acercó a la ventana y observó el paisaje que se extendía ante él, preguntándose cómo sería la vida en aquel lugar. Imaginaba caballeros y damas paseando por los jardines, intrigas y banquetes suntuosos en los salones.

Su atención se centró en la puerta de entrada cuando dos jóvenes entraron por ella. Ladeó la cabeza, esperando que hablaran, y notó cómo se sonrojaban por su acción. Sonrió para sus adentros, divertido por la reacción de las jóvenes.

-Este... Estamos aquí para prepararlo por órdenes del príncipe Daemon -explicó una de ellas con evidente nerviosismo.

-¿Prepararme? -preguntó, alzando una ceja con curiosidad.

-Sí, para su audiencia. Debemos bañarlo y cambiarle de vestimenta -respondió la otra, también nerviosa.

-¿Cómo que ustedes van a bañarme? -preguntó, sorprendido por la idea.

 - ¿Cómo te atreves a traer aquí a ese niño? - Viserys le preguntó a su hermano mientras se encontraban en la sala del trono, él sentado en el Trono de Hierro y Daemon frente a él con aire de indiferencia

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- ¿Cómo te atreves a traer aquí a ese niño? - Viserys le preguntó a su hermano mientras se encontraban en la sala del trono, él sentado en el Trono de Hierro y Daemon frente a él con aire de indiferencia. Claro, no podía faltar Otto Hightower al lado del rey, envenenándolo con sus sucias palabras.

- Es mi hijo - respondió el príncipe, apoyando su postura sobre su pierna izquierda.

- ¿Cómo sabes que lo es? - preguntó el consejero del rey, y a Daemon no le pasó desapercibido el tono que usó el hombre. ¿Acaso creía que Draco era un problema para sus planes?

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