Draco está desarrollando una nueva poción, cuando sin querer mescla algo que no debía y termina en otro mundo y en otra época, muy diferente a la suya
Grandes eventos que serán cambiados, parejas que no fueron y herederos que no debíeron existir, se...
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- Así que eres tú - el rubio tragó grueso al escuchar aquello. No pudo evitar sentirse un poco nervioso cuando los ojos de aquella dama lo miraron de arriba abajo, como evaluándolo.
- Siento mucho que mi presencia le incomode - se disculpó, en su mundo, era una deshonra que un hombre de alta cuna tuviera un bastardo, y aún peor que lo llevara a vivir al hogar de la familia principal, así que no se imaginaba lo que significaría en aquel lugar. - Jamás quise molestarla y me disculpo sinceramente si lo he hecho. - Calló cuando la mano de la dama se elevó haciéndolo callar, y se acercó a él aún con su mano elevada.
Solo pudo cerrar sus ojos esperando la bofetada, pero grande fue su sorpresa cuando lo que sintió en su mejilla fue una caricia. Abrió los ojos y su sorpresa fue aún mayor al ver las lágrimas en los ojos de aquella hermosa mujer.
- Baelon - escuchó el susurro salir de los labios de la futura reina. Estaba desconcertado, ¿quién era Baelon?
- Rhaenyra - escuchó la voz de su padre en la entrada, mirándolos a ambos de forma que no pudo descifrar.
La futura reina se giró a su esposo - Cuando padre termine de hablar con él, llévalo a nuestros aposentos. - pidió, aunque sonó más como una orden, la verdad.
El príncipe solo asintió y la dama salió de la habitación sin decir ni una sola palabra más.
- ¿Hice algo mal? - preguntó el joven al rubio mayor.
- No, no lo hiciste - lo miró fijamente unos segundos. - Te ves mucho mejor así. Sígueme, mi hermano desea verte - dio media vuelta y empezó a caminar, saliendo por las puertas abiertas de la habitación.
Draco se apresuró a seguirlo y preguntó en un susurro - ¿Su hermano? ¿El rey?
Daemon solo le dirigió una mirada desafiante mientras asentía - Así es. Quieren que pruebes que eres mi hijo. Según la tradición de nuestra familia, debes demostrar tu valía y tu sangre dragón. Pero no te preocupes, estaré a tu lado para apoyarte en esto.
El rubio menor solo guardó silencio, pensando en lo que debería hacer en aquella prueba. Solo esperaba salir vivo de aquello y ganarse el respeto y reconocimiento que anhelaba en aquel lugar.
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- ¿De qué estás hablando, madre? -preguntó el príncipe de un solo ojo a su progenitora.
- Su tío Daemon trajo a su bastardo al castillo. En este momento están teniendo una audiencia con su padre y su abuelo -respondió Alicent a su amado hijo.
- Y eso qué tiene que ver con nosotros? -Aegon dio un sorbo a su copa de vino con indiferencia.
La reina apretó los labios, intentando contenerse para no abofetear a su primogénito. - ¿Crees que el maldito de Daemon traería a ese bastardo suyo si no tuviera algún plan con él? Claro que no.
- Tal vez quiere recuperar el tiempo. Él siempre quiso tener un hijo varón, ¿cierto? - Helaena preguntó mientras mantenía sus manos sobre su regazo, a lo que Alicent solo negó suavemente. Su hija era demasiado inocente para su propio bien.
- No lo creo. Seguro que... -las palabras murieron en la boca del príncipe menor cuando se escuchó un golpe en la puerta y luego se dio a conocer la presencia de sir Criston.
- ¿Qué sucede, Sir Criston? -preguntó la reina al caballero.
- Su alteza, el rey solicita su presencia, la de los príncipes y la princesa en la sala del trono de inmediato.
Los hermanos compartieron miradas mientras se levantaban de sus asientos.
- ¿Sabe para qué? -preguntó Aegon, dejando su copa de vino en una mesa cercana.
El caballero negó. - Pero al parecer, se trata del bastardo del príncipe Daemon, pues la princesa Rhaenyra fue llamada con sus hijos y también las princesas Baela y Rhaena.
- Bien, estaremos allí en un momento -le dijo la reina al caballero, a lo que éste asintió y se retiró del salón.
Madre e hijo menor compartieron una mirada, lo que hizo sentir excluido a Aegon, mientras que Helaena ni siquiera se dio cuenta. - Vamos, no hay que hacer esperar al rey -ordenó la esposa del monarca, levantándose y dirigiéndose hacia la puerta, seguida por el resto de la familia real.
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