La mesa de Ravenclaw aplaudió ante su nuevo integrante.
—¡Bienvenidos! —dijo Dumbledore, con la luz de la vela reflejándose en su barba.
—¡Bienvenidos a un nuevo curso en Hogwarts! Tengo algunas cosas que deciros a todos, y como una es muy seria, la explicaré antes de que nuestro excelente banquete os deje aturdidos —Dumbledore se aclaró la garganta y continuó: Como todos sabéis después del registro que ha tenido lugar en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en nuestro colegio a algunos dementores de Azkaban, que están aquí por asuntos relacionados con el Ministerio de Magia. —Se hizo una pausa y Harry recordó lo que el señor Weasley había dicho sobre que a Dumbledore no le agradaba que los dementores custodiaran el colegio—. Están apostados en las entradas a los terrenos del colegio —continuó Dumbledore—, y tengo que dejar muy claro que mientras estén aquí nadie saldrá del colegio sin permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos o disfraces, ni siquiera con capas invisibles —añadió como quien no quiere la cosa, y Harry y Ron se miraron— No está en la naturaleza de un dementor comprender ruegos o excusas. Por lo tanto, os advierto a todos y cada uno de vosotros que no debéis darles ningún motivo para que os hagan daño. Confío en que los prefectos y los nuevos delegados se aseguren de que ningún alumno intenta burlarse de los dementores.
Dumbledore hizo otra pausa. Recorrió la sala con una mirada muy seria y nadie movió un dedo ni dijo nada —Por hablar de algo más alegre —continuó—, este año estoy encantado de dar la bienvenida a nuestro colegio a dos nuevos profesores. En primer lugar, el profesor Lupin, que amablemente ha accedido a enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras.
Hubo algún aplauso aislado y carente de entusiasmo. Sólo los que habían estado con él en el tren aplaudieron con ganas, Harry entre ellos. El profesor Lupin parecía un adán en medio de los demás profesores, que iban vestidos con sus mejores túnicas.
—En cuanto al otro último nombramiento —prosiguió Dumbledore cuando se apagó el tibio aplauso para el profesor Lupin—, siento deciros que el profesor Kettleburn, nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso para poder aprovechar en la intimidad los miembros que le quedan. Sin embargo, estoy encantado de anunciar que su lugar lo ocupará nada menos que Rubeus Hagrid, que ha accedido a compaginar estas clases con sus obligaciones de guardabosques.
Harry, Ron y Hermione se miraron atónitos. Luego se unieron al aplauso, que fue especialmente caluroso en la mesa de Gryffindor. Harry se inclinó para ver a Hagrid, que estaba rojo como un tomate y se miraba las enormes manos, con la amplia sonrisa oculta por la barba negra.
Dumbledore alzo la mano, cuando se asegro de que esté todo en silencio volvió a decir:
—Nos alegra informar también, como se habrán dado cuenta del joven Parker, un alumno transferido. Tuvo un gran maestro que de igual forma es su tutor, recuerden que existe mucha clase de magia y...Dumbledore volvió a recorrer mediante sus ojos a casa mesa, hasta detenerse en la mesa Ravenclaw. —Tendrá muchas y muchas sorpresas, recuerden esto alumnos, que, no importa como, la magia siempre se expresa de una forma u otra. Existen muchas cosas extrañas y otras que no se explica como magia, pero de igual forma les sorprenderá.
Al terminar, con un aplauso del director. El banquete fue servido, apareciendo en las cuatro mesas.
Eso, sorprendió a Peter, con una sonrisa empezó a servir su plato, mientras que los otros alumnos empezaban a platicar. Los del primer año, que estaba cercas de él.
Le pedían a Peter que les explicara más sobre la tecnología, Peter acepto gustosamente. Eso captó la atención de los demás alumnos de la mesa.
— Ten cuidado Peter, o "ellos podrían esconderlo". Les gusta mucho jugar conmigo, ya lo han hecho muchas veces.
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En Un Mundo Mágico [Spiderman]
Hayran KurguPeter sabía que sucedió hasta el último segundo, Tony con una expresión de miedo y desesperación. Lo sabía bien, habían perdido. Mientras se dejaba consumir por el polvo, que, para ser sinceros era una sensación horrible. Su sentido arácnido no lo d...