32. No me Sueltes. (+18)

216 44 50
                                    



«¿Cómo decirte que no quiero morir? Pero el trocito de paz que alcanzo es falso como mi bondad. Tengo que despedirme, entregarme al monstruo al que he temido toda la vida, porque no hubo opciones para mí en el pasado, el presente, ni las habrá en el futuro.

Lamento, más que nada, haberte arrastrado al mismo mar oscuro en el que he de ahogarme. Que por culpa mi alma negra, tu brillo dorado ha de opacarse. Has de llorar.

"El secreto para salvar a la humanidad reside en lágrimas azul brillante"... debe referirse a esto. Quizá así se repare todo; aunque no sea para mí, porque en mi alma está escrito algo horrible y no merece más que desvanecerse.

Sacrificar mi miserable trocito de paz... ¿Puede ayudar al mundo?

Por favor; por favor; que así sea. Cuando lo pierda todo, quisiera saber de un cálido alivio. Sentirme bien por un segundo, o no sentir en absoluto.

¿Habrá una segunda oportunidad para mí?

Si esa cosa me lleva ¿volveré a ver a mi papá? ¿El estará en alguna parte?

Mi papá Tete... lo extraño tanto. Al menos me complace... que no sepa la clase de persona en la que su querido humanito se ha convertido».

Recuperado su dron, JK pidió permiso para retirarse a descansar en su habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Recuperado su dron, JK pidió permiso para retirarse a descansar en su habitación. Se fue por el pasillo a paso lento, aguantando las ganas de vomitar y largarse a llorar a gritos. Se condenaba a sí mismo como un gran monstruo, aquel que la voz de algún anciano desde niño le gritó en sueños y alucinaciones.

«¡Siempre has sido y serás un monstruo!», volvía a oírlo... Seguramente fue el abuelo de León Blanco, el mismo que ató su alma al destino que lo convirtió en una aberración. A JK no le importaba; quien haya sido, sin importar cuándo y por qué lo dijo, «tenía razón; soy un maldito monstruo. Sólo por suerte hoy me he salvado de ser un homicida».

Necesitaba imperiosamente su privacidad de regreso, encerrarse en su estrecho espacio, refugiarse en el lejano calor que apenas lo alcanzaba... Oír a la única persona que, aún conociendo su alma, lo amaba con todo y su oscuridad.

Vy retomaba su señal.

El Adia se había perdido en sus propias lagunas mentales discretamente. Pasaba la tarde con su tripulación, charlando casual tras la comida, sonriendo y bromeando como si nada malo pasara. «Se los debo. Con todo lo que los he preocupado estos meses; se los debo», pensaba. Pero ¿Cómo volver el tiempo atrás? ¿Cómo salir de una situación que se volvió cada vez más grande, hasta absorberlos a todos? amenazado el que era su pequeño y tranquilo mundo, cuyos únicos problemas eran un par de caprichos absurdos... Todo eso cambió. «¿Qué voy a hacer? ¿Cuánto puedo mentir y hasta qué punto está bien?», él también sentía nauseabundas ganas de llorar.

Cuando la señal de JK pasó por su mente, aunque fue débil en un principio, pareció romper la cuerda invisible que presionaba su cuello. Alivio y ansiedad en partes iguales; había recuperado a su chico, mas necesitaba imperiosamente saber qué pasó.

ÜbermenschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora