Asteria Magno.
París; Francia.
Génesis.
3 años.Miró a mi padre, le abro los brazos para que me alce, su sonrisa es preciosa, sus ojos son azul igual que los de mamá, ella carga al bebé mientras mi padre me carga a mí y a Nala.
—Mis pequeñas guerreras—. Nos dice besándonos la frente, el cabello de Nala se ha aclarado mucho desde que era una bebé igual que Leá.
Le tocó la nariz, ella a mí, luego sonrió, música suave suena, nuestro padre nos mueve al ritmo de la melodía suave, abrazo uno de sus brazos, Nala otro, papi se acerca a mami, la besa en los labios.
Cierro los ojos del asco que me da saco la lengua y Nala me copia, El llanto de Léa es poderoso, mi madre sale al balcón quitándose la bata y metiéndose en la piscina, deja a la bebé en pañal, mi padre sale con nosotras en sus brazos, no me da tiempo de pensar cuando me tira de sus brazos a la alberca, el agua me cubre por completo inundando mi cuerpo con humedad, muevo mis manitas y mis piecitos hacia la parte menos profunda.
Nala está aprendiendo a nadar, ella es un año menor que yo y todavía no habla, salgo de la alberca y me vuelvo a tirar en esta, tocando el fondo de la piscina e impulsandome para nadar cerca al fondo. Salgo sonriendome encanta nadar.
La bebé no para de llorar y me acerco a ella, le beso la frente.
—Leá cálmate, solo los soldados maricas lloran —. Le digo repitiendo las palabras que le escuché decir a mi padre.
—¡Asteria! —Me regaña mamá me tiro a la piscina de espaldas, el agua le salpica a ella y la bebe. Mamá vulve a gritar mi nombre. No le gusta que la asustemos.
Salgo del agua en busca de aire, Nala está con papá que la sostiene indicándole que debe hacer para poder nadar. El teléfono suena y mi padre lleva a Nala junto a mi madre quien me grita, que me quede en donde me pueda ver.
—De acuerdo—. Le digo y tomo un flotador en forma de sandia. Papi llega de nuevo.
— Cariño la aceptaron! —Grita papá, se tira a la piscina causando que el agua empape el flotador de sandia. —¡La aceptaron! — Sigue gritando y parece muy feliz.
Llega a mí, tumba el flotador haciendo que me caiga a la piscina, la oscuridad cubre mi mirada, mi cabello no me permite ver.
—¡Te aceptaron pequeño cocodrilo! —Me dice y me tira al aire, me coge en sus brazos y me vuelve a lanzar, me río, él solo me tira de nuevo al aire. —¡Te aceptaron Asteria te aceptaron! —No para de gritar y me acerco a él, lo abrazo, beso su mejilla.
—Te amo papi —. Me besa la frente.
—Yo a ti cocodrilo, estoy tan orgulloso de ti Ast—. Me dice y me sigue besando, mi madre ha dormido a Leá y sale de la piscina a dejarla en su cunita.
—Repíte lo — Me dice cuando sabe que mamá no escuchará.
—¿Qué? — Le preguntó rápidamente.
—Lo que le dijiste hace un momento a Leá. —Me susurra, le sonrió, después niego con la cabeza, mamá me regaño por decirlo.
—Dilo—. Me muerde los cachetes, me comienza a hacer cosquillas.
—¡Pará! —Le suplico en medio de la risa.
—Dilo. —Me ordena.
—Solo los soldados maricas lloran —. Le digo, abro los ojos observando los suyos. Hay brillo en su mirada es como si tuviera dos estrellas dentro de sus ojos.
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Cerberus
RandomAsteria Magno es la primogénita del general más letal y peligroso de las FMSE es trasladada a la central de Rusia en donde se encargará de acabar con un juego, un juego con fuego en donde aprenderá a no quemarse o a arder. ¿Estas dispuesto a jugar?