Capítulo Drei­und­siebzig

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Artículo 1: Requisitos para ser un aspirante a una identidad militar:

Cumplir con los requisitos de educación y salud establecidos por las FMSE.
Pasar exámenes físicos y psicológicos.
Tener la disposición y el compromiso para servir a la nación.

Artículo 2: Consecuencias de ser un aspirante a una identidad militar:

Posibles riesgos para la salud y la vida durante el entrenamiento y el servicio activo.
Separación de la familia y amigos durante periodos de servicio prolongados.
Exposición a situaciones de conflicto y estrés emocional.

Artículo 3. Deberes de un aspirante a una identidad militar:
Seguir las órdenes y regulaciones militares.
Mantener la disciplina y el respeto hacia superiores y compañeros.
Estar preparado física, mental y emocionalmente para cumplir con las responsabilidades del servicio militar.

Asteria Magno.
Sábado 07 de octubre
Condena perpetua.
Trieste, Italia.
3:00 horas.

«Mi respiración se congeló».

«Mi pecho se encendió en zumbidos de adrenalina y terror».

El miedo por primera vez en mi vida amenaza con romperme, lo vi metido entre las sombras sonriéndome diciendo. «Voy a bailar contigo esta nueva pieza». «Y vas a bailar conmigo mientras tiemblas de terror». Cubro con mi cuerpo a las tres personas que tengo atrás mientras escuchaba pasos.

Nos están rodeando. Levante mi mentón observando mi alrededor. Nala arrodillada con tres Azi Dahaka, entre esas supongo la Sika. Ukura Akanishi. La mujer destila terror y quiere que tú lo consumas. A su lado, Aoi, el sujeto que ahora sé que es Zinov Tso, persona que jugó con Nala fingiendo que era un bibliotecario. Ya lo había visto antes en una mesa de póquer con Issam y Blaz.

Aoi me reconoce enseguida. Luce sorprendida al verme.

    — Estaba esperando a mi Nova para empezar el juego —. Dice Ikram con su voz macabra, la persona que ya no me mira con adoración, me mira como una presa sangrando—. Hueles a muerto Asteria.

Veo la sonrisa de Piero mientras bebé una copa de vino al lado de Gaspare.

    —¿Alguna vez me ibas a decir que tu hermana fue quien asesinó a Oda? —Pregunta. «Ya saben que Nala mato al samurái». Veo su cara medio golpeada. Sus manos atadas con una soga. Nala me mira — Gaspare Léa.

Gaspare termina agitando su copa de vino, veo lo espesa que es, el color carmesí que se pinta más oscuro, contemplo como mancha los bordes del cristal pasa por mi lado dándome un golpe en el hombre; huelo y solo puedo decir que no es vino, sino sangre lo que está tomando. No bajo la cabeza ni siquiera cuando vuelve a pasar por mi lado con el cuerpo de Léa. Ikram levanta su arma y dispara.

Cierro los ojos mientras escucho como el cuerpo cae al suelo. Los abro lentamente y comprendo que la persona quien cargaba a Léa acaba de caer al piso muerto. Giro lentamente, escuchando un grito que sale de los labios de Flavio. El sonido es agudo y me perfora la cabeza al comprender que una persona inocente acaba de morir.

El sonido me desequilibra, hago lo único que me dice mi cabeza.

«Asteria algunas veces una guerra se gana no luchando la». Mi padre lo dijo, diciendo que en algunas ocasiones es mejor no luchar una guerra. ¿Qué ganaría combatiendo? Perder más. Mis piernas tiembla mientras me arrodilló ante 5 de los mafiosos más peligrosos del planeta. Mi rodilla Izquierda cae antes que mi rodilla derecha. Tocando el piso frío mi mente me dice que por este odio las alcantarillas. Mi piel está caliente por correr y no siento la pierna que tiene el vendaje.

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