Capítulo 49

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Hyunjin respiró profundamente, se sentía nervioso ya que finalmente era el día en que se volvería guardián de Minho y podría cumplir su promesa de golpear sus mejillas. Por otra parte también se sentía algo intrigado de poder ver de frente a Felix, después del deseo, su mejor amigo adquirió nuevas memorias en las cuales él (Felix) se había mudado a Corea junto a Minho, y Hyunjin se quedó en Australia unos años más hasta que decidió ir a Corea.

Hyunjin sabía que Felix lo recordaba como si nunca hubiera muerto, y debía fingir eso, ¿Pero estaba preparado? No lo creía.

Habían pasado ya unos días, Chan también ya estaba estable luego de enterarse del destierro de Jeongin. Y Jisung finalmente era miembro oficial de la Asamblea Mágica. Pero a pesar de que las cosas ya parecían ir bien, seguía sintiéndose vacío.

— ¿Estás listo? —preguntó Changbin mirando al rubio.

— Sí, eso creo... —respondió nervioso, soltando una pequeña risa después.

Antes de que dijeran algo más, un chico castaño entró a la oficina de Dios, estaba agitado y apenas podía respirar por lo cual Changbin se acercó rápido a él, mientras Hyunjin lo veía desde la silla en la que seguía sentado.

— Yugyeom, ¿Qué sucede? —cuestionó su superior.

— La encontramos...

Changbin y Hyunjin se sorprendieron al saber de quién se trataba. Ninguno pudo decir algo, había pasado algo de tiempo pero sabían que ese momento iba a llegar tarde o temprano.

— Finalmente llego la hora... —murmuró dispuesto a irse.

Pero Hyunjin lo detuvo.

— ¿Puedo hacerlo yo? ... Aún hay cosas que quiero decirle. —habló en un tono bajo pero seguro.

Changbin lo observó unos segundos para confirmar si de verdad podía hacerlo, pero sabía que Hyujin estaba en su derecho de hacerlo, después de todo; Él fue el más afectado.

— Está bien...

Extendió su mano y el rubio no dudó en tomarla. Inmediatamente pudo sentir una calidez recorrer su brazo, llegando hasta su cuerpo. A diferencia de la Asamblea Mágica, esa calidez era sutil y tan suave que apenas podía sentirla. Cuando Changbin lo soltó, le dedicó una pequeña sonrisa, indicándole que podía irse.

— Gracias... —dijo Hyunjin.

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Cuando atravesó el espejo se posicionó frente a la pelirroja que se encontraba en el suelo respirando de forma agitada debido a la falta de energía. Jihyo lentamente y con dificultad alzó su mirada hasta el rubio, sonriendo tras reconocerlo.

— ¿Tú...? —cuestionó en tono burlesco.

— Sí, Jihyo. Yo. —habló seriamente—. Parece que finalmente vas a pagar por lo que hiciste... Por asesinarme, por llevarme al Reino de Dios y por dañar a tanta gente, incluyendo al chico que dices amar...

— ¿Pagar por lo que hice? ¡Deberías agradecerme! —gritó con las pocas fuerzas que le quedaban—. Me enteré que serás guardián de Minho... Podrás tenerlo de frente, ¡Podrás tocarlo al fin! ¡¿Y sabes gracias a quién?! ¡Gracias a mí!

Hyunjin frunció el ceño.

— Aquel día en el que me encontré con ellos dos, le di algunas memorias a Felix sobre el Reino y algunos recuerdos donde estaba yo, pero tú estúpido enamorado interfirió así que ¿por qué no? También le di algo a él. —sonrió ampliamente, desafiando al menor quien la miró con desprecio.

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