Capítulo 4

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Entraron al aula, no habían muchos alumnos, un par de chicas junto a unos chicos jugando en sus pupitres. Jeongin sonrió cuando miró a su bonito chico sentado junto a Seungmin escuchando música tan tranquilamente. Tomó a Minho del brazo y lo arrastró consigo hasta estar cerca de ellos.

— Qué tal. —habló el pelinegro con una sonrisa, cuando los otros dos se quitaron los audífonos prosiguió—. Changbin, quería preguntarte algo.

— Dime.

— Este fin de semana mis amigos y yo vamos a beber un poco en casa de Minho, me preguntaba si querías venir. —dijo sin apartar su vista del chico.

— ¿Sólo beber? —el pelinegro asintió—. Creo que puedo, ahí estaré.

Jeongin sonrió feliz y después con su codo le dio un pequeño golpe a Jisung para que éste le dijera a Seungmin. El castaño se quejó en silencio y le tiró una mirada a su amigo antes de suspirar y girarse a Seungmin, quien lo miró atento al notar también la mirada ajena sobre él.

— Tú también estás invitado, si quieres ir está bien. —dijo mientras apretaba con fuerza el espejo que llevaba en su bolso.

— De acuerdo, gracias. —respondió, le sonrió muy ligeramente y después volvió a ponerse un auricular.

Sin decir nada más y sin esperar a que Jeongin también lo hiciera, rápidamente tomó su brazo y lo arrastró fuera del aula, ésto con ligeras quejas del rubio las cuales no le importaron. Odiaba estar cerca de Seungmin pero a la vez necesitaba tanto estar junto a él, ¿Era eso extraño?

— ¡Pero Minho! —finalmente habló cuando estaban fuera del salón—. Changbin seguía mirándome, ¡Pudo haber sido el comienzo de algo!

— Changbin te hará caso el día que Seungmin me haga caso a mí, ¿Entendiste? —frunció un poco su ceño.

— No seas tan negativo... —se cruzó de brazos e hizo un puchero molesto—. Algún día se fijará en mí.

— Como digas, iré al baño. Regresa con Felix. —se dio la vuelta para ir a donde mencionó.

Suspiró frustrado, se atrevía a decir que Jeongin tenía más ventaja con él en el tema del amor. Minho conocía a Seungmin desde hace más tiempo y aún no lograba nada con él, ni siquiera podía tener una conversación normal porque moría de vergüenza y comenzaba a portarse como idiota.

Se aseguró de que no hubiera nadie y una vez así se lavó la cara tres veces. ¿Por qué Jeongin tenía que ser tan cool? No lo odiaba, era su amigo pero le enfadaba quizás que fuera tan alegre y positivo, ¿Qué tenía la vida para ser interesante o genial? Nada, no entendía a Jeongin.

— En verdad me pegas las ganas de morir, conejo. —el castaño frunció su ceño al oír la voz de su ángel.

— ¿Conejo? Ten más respeto por mí, maldita hada grosera y maleducada. —sacó el pequeño espejo de su bolso y miró al rubio.

— Tú eres el maleducado, inútil, berrinchudo con ojos de gato. —le sacó la lengua.

— Seguro soy mayor que tú, cállate mocoso.

— ¿Mayor que yo? —se burló pero al cabo de unos segundos suavizó su expresión—. Podría ser...

— ¿Podría ser?

— Es que no recuerdo mi edad... —murmuró—. No sé nada sobre mí en realidad.

— ... Qué. —ladeó su rostro confundido—. ¿Cómo que no sabes nada de ti?

—se encogió de hombros—. Hay muchas cosas que debes de saber acerca de este mundo, Minho... —rascó suavemente su propio brazo—. Bueno, ¿Tienes algún deseo? —lo miró.

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