ANGELES DE LA MUERTE

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La pequeña Evelyn, sudaba en exceso y le costaba respirar por el pánico que sentía. Una puerta se abrió y un hombre entró, solo podía ver su silueta entre la oscuridad. Llevaba una especie de máscara con unas grandes orejas como las de un conejo, se detuvo frente a ella y ladeó ligeramente la cabeza.

—Mi pequeña niña, jugaremos, espero que te portes bien. Hoy no quiero castigarte.

Observó al hombre levantar su mano para alcanzarla, en ese momento abrió los ojos de golpe despertando, se sentó en la cama y se dio cuenta de que aún era de noche. Escuchó que alguien conversaba, se levantó y fue hacia la ventana, se asomó, pero no pudo ver el origen, era difícil entender de que hablaban. Curiosa, salió de la habitación y se dirigió hacia la ventana de la sala, desde ahí observó a Darcel hablar con un hombre desconocido. Parecían tener una conversación un poco subida de tono, pero aún no podía entender que era lo que decían. Salió de la casa con sigilo y se acercó sin ser vista, se puso tras un árbol e intentó escuchar.

—Tienes que dejar la partida, esto que estás haciendo no es correcto, te meterás en problemas.

—Estos son mis asuntos, no tuyos, lárgate y no te entrometas.

—No seas estúpido, tienes que abandonar la partida o terminarla ya, si no, ellos vendrán y la asesinarán. Te has mantenido demasiado tiempo aquí, entiéndelo hijo de Airioch, comienzan a vigilarte.

—Estoy bien, es parte de mi jugada, ella solo es mi marioneta, no te preocupes, pronto terminaré la partida.

—Hablé con Leslie y ella está muy preocupada por ti, cree que estás prendado de la marioneta, dice que te has obsesionado demasiado de ella y el haber venido aquí me hace ver que tiene razón. Proteges esta casa, ¿por qué?, has puesto un campo de fuerza para que ningún demonio o ángel pueda entrar o ver qué pasa ahí dentro.

—Porque es mi jugada, no quiero que intervenga nadie.

—No lo sé hijo de Airioch, esto no me gusta.

—No te preocupes, solo es mi marioneta y nada más. Dame un par de días, si no consigo lo que quiero yo mismo hare que se mate y no vayas con el chisme Caín.

Evelyn Se movió tras el árbol intentado regresar con cuidado, pero pisó algunas hojas y estas hicieron un ligero ruido. Darcel y el hombre se giraron y la observaron tras el árbol, los dos al verla se miraron.

—Termina con esto, hijo de Airioch o habrá consecuencias.

El hombre caminó y desapareció en la oscuridad. Darcel se acercó hacia Evelyn y ella lo miraba sorprendida y sus ojos estaban cristalinos por las lágrimas que contenía.

—¿Es lo que soy para ti?, una puta marioneta. Con que soy parte de alguna especie de juego ¿De qué se trata? ¿Es mentira que me ayudarás a buscar a mi hija verdad? ¿Cuál es el premio? ¡¡RESPONDE!!

—Ser la mano derecha de Azrael. Ser el próximo que ocasione muertes en masa con guerras o catástrofes naturales donde haya miles de muertos. —Evelyn lo miró horrorizada.

—¿Eso es lo que hacen?

—Sí, soy un ángel de la muerte y el caos. Eso es lo que soy.

—No, eres un monstruo, no deberías llamarte ángel. Los ángeles son buenos y bellos, no horrendos y despiadados como tú. Eres un asqueroso Demonio.

Darcel hundió las cejas e intentó acercarse a Evelyn, pero ella dio unos pasos atrás.

—Aléjate de mí.

Corrió hacia dentro de la casa y luego a su habitación, tomó el arma y la cargó para después ponerla en su mentón. Él entró y la observó confundido, frunció ligeramente las cejas.

𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐄𝐯𝐞𝐥𝐲𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora