DULCE SUEÑO

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Evelyn se acomodaba una peluca platinada frente al espejo de su tocador. Llevaba un maquillaje perfecto y un rímel que resaltaba el largo de sus enormes pestañas, junto con unos pupilentes en tono gris. Antes de salir de su habitación se colocó una chamarra de cuero en color negro que hacía juego con su pantalón. Debajo llevaba una blusa tinta con tacones del mismo color dándole un estilo rockero. Salió de la habitación y Darcel se encontraba parado frente a la ventana. Al mirarla, una sonrisa torcida se dibujó en sus labios. Se veía complacido.

—¿Estás lista?

—sí.

—Bien, es hora, vámonos.

Él le entregó unas llaves y los dos salieron de la casa. Evelyn subió a una motocicleta negra de alto cilindraje y él se acomodó atrás. La arrancó y se dirigieron aquel bar donde se reunían los motociclistas. Antes de entrar, él la tomó del brazo y la giró para mirarle. Acarició su mejilla con su dedo pulgar y la observó directamente a los ojos.

—Tranquila, yo estaré contigo todo el tiempo. —Ella asintió con la cabeza.

—Lo sé, no te preocupes. Quiero hacerlo, ya no pienso fingir que estoy bien y que no pasa nada.

Él puso las manos a cada lado de su rostro con delicadeza, se inclinó y plantó un suave y tierno beso en sus labios. Ella observó aquellos ojos grises, que al mirarlos la llenaban de paz. Era extraño que tuvieran ese efecto, ya que él era igualmente inestable, por más enojado que estuviera sus ojos le revelaban que él jamás le haría daño y no permitiría que le sucediera algo.

Entró al lugar atrayendo las miradas de todos los presentes. En su mayoría eran hombres que jugaban en algunas mesas de billar. Se dirigió a la barra y se sentó en uno de los bancos. Pidió una cerveza y observó a cada uno de los presentes ubicando su objetivo, quien la miraba con curiosidad. Steven iba vestido de negro con un chaleco de mezclilla sin camisa abajo y unas muñequeras que le daban un toque más rudo. Su pelo era largo y ligeramente ondulado. Tenía un poco de barba como el clásico hombre amante de las motocicletas Chopper.

Ella le dedicó una sonrisa y le dio varios tragos a su cerveza sin dejar de observarlo hasta que la terminó. Desvió la mirada hacia el otro extremo del bar y la cruzó con Darcel, quien la veía desde una mesa donde una mesera le entregaba su bebida. Tomó un taco de billar y se dirigió al grupo de hombres que acompañaban a Steven.

—¿Hay oportunidad para un participante más?

—Claro, siempre hay un lugar más para una buena compañía —respondió el hombre de su interés, con una sonrisa amistosa. ¿No eres de por aquí verdad?

—No, acabo de llegar a la ciudad.

—¿Y cuál es tu nombre?

—Míriam.

— Bienvenida a la ciudad Míriam.

—Gracias —dijo mientras se inclinaba y se preparaba para dar el primer tiro.

Después de un rato de juego, charla y algunas cervezas más, Steven la invitó a su casa. Las cosas fluían a su favor, ella sin duda lo aceptó.

Los dos salieron del lugar. Evelyn subió a su motocicleta y lo siguió. Llegaron a una vivienda grande, no muy lejos del bar. Bajó de su moto y él le abrió la puerta.

—Adelante, estás en tu casa. —Le dio el paso amablemente.

—¿Vives solo?

—Sí, ya hace tiempo que me divorcié. —Evelyn observó a su alrededor. Él tomó un control remoto y encendió el reproductor musical y se lo entregó—. Ten, pon algo de música de tu agrado. —Al momento una canción comenzó a reproducirse; sweet dreams de Marilyn Manson.

𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐄𝐯𝐞𝐥𝐲𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora