𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐄𝐯𝐞𝐥𝐲𝐧

HASTA LA MUERTE

IMPORTANTE: Este capítulo está dedicado a mi amiga y colega @claurentina3. Autora de uno de mis libros favoritos de wattpad. VALKO.

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DARCEL:

La aparté, ella levantó su rostro para mirarme con preocupación.

—Lo lamento. —Volvió a repetir.

—Basta, Evelyn, no quiero más esto, deseo terminarlo.

—Perdoname por arrastrarte.

Solté una risa llena de ironía, era absurdo. Me pedía perdón, como si de su culpa se tratara. Vi sus lágrimas formarse en esos ojos negros que tanto me gustaban y eso me molestó.

—¡CÁLLATE! —grité—. ¡Deja de llorar, estoy harto de escucharte!

Se cubrió la cara con las palmas de sus pequeñas manos. La escuché sollozar mientras escondía su rostro. Me pareció un gesto tan infantil y a la vez se vio tan vulnerable. Me quedé ahí parado mirándola, una imagen se formó en mi mente, vi a la pequeña niña de unos seis años, con ese vestido azul y el listón color blanco en su cabello, igual a aquel día que se lanzó de las alturas. La diferencia es que esta vez era yo quien la lastimaba y no sus abusadores. Sentí como algo apretó mi pecho y eso me enfureció. Guardé la navaja en mi bolsillo y la tome de los brazos, la sacudí con violencia y desesperación.

—¡Deseo que mueras! ¡Tu dolor me está volviendo loco! ¡Para ya! ¡No puedo con esto!

Ella me miró con terror, la dejé caer sobre la cama y vi como su cabello negro cubrió su rostro. Me di la vuelta y salí de la habitación. Estaba molesto, la odiaba por hacerme sentir estás emociones tan absurdas.

Fui a la sala, tiré la mesita de una patada, me senté en el sillón, tallé mi rostro con mis manos frustrado, estaba desesperado. No podía matarla, era muy difícil. ¿Por qué, por qué? Me preguntaba. La escuché llorar y un sonido llamó mi atención. No entendí que era, pero me quedé atento. ¿Qué estaba haciendo? Entonces lo reconocí, era el sonido de un frasco de pastillas. Una sensación de miedo me invadió. Regresé a la habitación a paso rápido, abrí la puerta de golpe y la observé tomando un puñado.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Otra vez lo estaba intentando.

—¿Qué estás haciendo, idiota? —Golpeé su mano y el frasco cayó. Con desesperación la tomé del mentón y la obligué a mirarme—. ¿Cuántas te has tomado? ¡¡Contéstame!! —La sacudí con violencia y ella solo me miró con los ojos llenos de tristeza.

—Cumpliré tu deseo, te haré todo más fácil.

—Eres una estúpida.

La tomé del brazo y la llevé al auto, la subí en el asiento del copiloto y le coloqué el cinturón. Mientras conducía ella comenzó a tener mucho sueño, y yo escuchaba su corazón cada vez más lento.

—Evelyn, Evelyn.

La llamé, pero ella ya no me respondía. Al llegar tuve que llevarla en mis brazos porque ya no se movía, su pulso era tan bajo que en cualquier momento su corazón se detendría. Entré a urgencias y rápido un médico me recibió.

—¿Que le ha pasado?

—Se tomó un puñado de pastillas.

—¿Sabe que eran?

—Antidepresivos, a veces los toma, sufre de Ansiedad y depresión. —Vi a Draven junto a ella—. No, aléjate, no te atrevas —susurré y él me miró.