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En el béisbol, luego del tercer strike, el jugador pierde su turno. Afortunadamente para Yoongi, ellos no estaban jugando aquel deporte y aún estaba junto a Namjoon.

Se encontraban encerrados en el invernadero, con las lluvias saltando en el vidrioso techo y deslizándose por las paredes externas, causando un fuerte ruido que estaba empezando a alterar a Min. Sin embargo, cuando se sintió abrumado por el golpeteo de esas gruesas gotas en el tejado, siendo estrepitoso y asfixiándolo con sus estruendos, la mano de Namjoon sobre la suya se sintió como el arcoíris en aquel diluvio.

Le tomó las delgadas manos entre las suyas, acariciando con su pulgar el dorso de la mano ajena para tranquilizarlo, aunque el mayor no lo dijera, se notaba lo atosigado que se sentía por aquel bullicio. A Yoongi no le molestaba la lluvia, la encontraba incluso linda, pero lo agobiaba el ruido que se formaba en cada rincón de aquel lugar cuando el llanto de las nubes se estrellaba en las ventanas.

— Ojalá deje de llover pronto —pidió Kim, sin parar de acariciar la mano ajena—. Si se hace muy tarde te quedarás sin autobús para ir a tu casa.

— Está bien. No creo que tarde tanto en parar la lluvia —supuso el pálido, cerrando los ojos ante las caricias. Se encontraban apoyados contra una de las ventanas, sentados lado a lado. Ya debían ser pasadas las cinco y los autobuses de la universidad dejaban de pasar a las seis, así que posiblemente terminaría caminando dos cuadras hasta la siguiente estación, o esperar a que pasaran los nocturnos a las nueve, pero sería más dinero.

Las nubes no mostraban señal de apaciguarse pronto y Yoongi comenzaba a estresarse de nuevo. Namjoon pasó su brazo sobre sus hombros, recostando la cabeza de Min contra su hombro. El más bajo no dijo nada, solo se dejó, cerrando los ojos con sus orejas en rojo vivo. Podía sentir la respiración de Kim en sus cabellos y su mano acariciarle el costado, subiendo hasta su costilla y bajando hasta su cintura.

— Se nos hará tarde aquí —avisó el pelinegro, oyendo un tarareo de Min en respuesta—. Oh. Espera.

El menor se paró rápidamente, dejando a un confundido y avergonzado joven sentado en el suelo. Namjoon le tendió la mano para que se levantara, debido a que aún le costaba caminar con tacones; tomó la mano del moreno y se levantó del suelo, aún sin entender realmente lo que pasaba.

Kim tendió su chaqueta en el suelo y sacó de su bolso un envase de Hoseok; tenía montones de stickers en la tapa y era de color morado. Colocó el envase sobre la chaqueta y sacó a continuación dos cajitas de jugo de manzana. Era un pequeño pícnic en aquel lugar lleno de vegetación donde las gotas de lluvia, curiosas, se deslizaban por el cristal para observar a aquellos enamorados.

Yoongi miró la merienda acomodada en el suelo y subió la vista hacia su amigo.

— Tae y Hobi nos mandaron algo de comer —explicó el moreno ruborizado—. Hobi hizo pastelillos y Tae compró los jugos en la máquina expendedora de la universidad. Querían que pasáramos un buen rato.

— Tus amigos son muy dulces —le aseguró Min con una suave sonrisa—. Es lindo que nos hayan mandado de comer. Agradéceles de mi parte cuando los veas —pidió, tomando la mano de Namjoon cuando este se ubicó en el lugar a su lado.

Le tendió uno de los muffins cubierto de crema y ambos comenzaron a comer. Quizá estaban en aquel invernadero atrapados por el agitado clima, pero sus corazones estaban en casa, tranquilos y calientes en sus sitios.

— Saben increíble. Hoseok es un excelente repostero —halagó, con la punta de su nariz llena de crema púrpura. Namjoon rio ante eso.

— Tienes... —le explicó, señalando su nariz. La cara de Min se volvió tan roja como las cerezas de los postres—. Déjame ayudarte —le ofreció, acercándose con cuidado y tomando una de las servilletas que Jung había puesto en el táper. Limpió con cuidado la suave nariz de botón de su amigo. El simple tacto le coloreaba las mejillas al de hebras menta y hacía que su corazón se acelerara.

sunflower love | namgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora