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JIMIN POV

Hacia 2 semanas no podía ver a Kook, aunque, debido a la cantidad de trabajos y evaluaciones en la universidad, internamente agradecí que Cha Eun Woo enfermara y tuviera que estar ausente.

Hoy volvíamos a las reuniones de grupo, y esperaba, ansiosamente, ver a Kook lo antes posible.


— ¿En serio prefieres ir a tu grupo antes de salir conmigo? – repuso Taehyung robandome mi camiseta guardándola bajo su abdomen.


Reí de sus celos tiernos, y saqué otra camiseta mientras sentia su mirada, acostado en mi cama.


— Sabes que es como mi terapia, y puedes acompañarme, saldremos después.– se quejó moviendo todo su cuerpo sobre mi cama, y aceptó acompañarme a regañadientes.


Fuimos caminando, aunque tuve que aguantar sus quejidos por ello, pese a que eran solo 5 calles.

El camino fue divertido con Tae a mi lado, pero había algo que no había considerado, tras la sesión,debería estar con ambos, y sin poder hablarle a mi amigo.

Creo que había cometido el primer error.




JUNGKOOK 

Habíamos practicado la ruta por 2 semanas, ya sea con Yoongi hyung, o con Jin Hyung. Así que estábamos seguros que sabíamos llegar al centro de reuniones, aunque aún debíamos ser supervisados.


— ¿A quien se supone que debo darle la galleta? ¿A Nochu o a tí?– jugó Yoongi, seguramente acercándose a Nochu con las galletas.

— Jódete – respondí esperando.

— ¿Seguro que no quieres tu bastón para guiarte? – pude notar su tono preocupado entre la pregunta, pero negué diciendo que lo dejaría en la cadena de Nochu, donde había un lugar especial para él — ¿sabes que puedes llamarme cuando quieras?

— Si, hyung– dije casi con un puchero, sabía que era difícil para ellos, darme esta poca autonomía era como dejar a tu hijo en el kinder.

— Avísame cualquier cosa, por favor, Kook– pidió tomando mis hombros, y asentí muchas veces – Bien, te dejaré.


Sentí su indecisión en mis hombros, a través de sus manos titubeantes. Pero terminó alejándose, y gritándome desde la esquina de la calle, calculé por su grito.


— Vamos Nochu—dije jalando su correa, y él se dispuso a caminar hacia la entrada. O al menos eso espero.


Caminamos lentamente, y era aún difícil para mí dejar toda la confianza en él, pero Minho nos había ayudado a perfeccionar los caminos y las entradas.


— Chico, no pueden entrar animales – escuché que me llamaban, pero no podía descubrir a que lado debía girar – Hey chico, te estoy hablando, no puede entrar tu perro.

— Si puede entrar, hay una ley que se lo permite – escuché la voz que llevaba acompañando mis días en el último tiempo, Park.

— No, en el edificio no entrar mascotas – peleó el señor, y me resumi a sentirme avergonzado, como siempre que mi discapacidad se volvía un problema.

Amor por ContactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora