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JIMIN 

Me estaba apunto de volver loco, y Kim Namjoon no tomaba la maldita llamada.

— Jimin estoy en algo ahora – escuché en mi sexto llamado.

— Es Jungkook – solté al borde de mis lagrimas.

No lo pude seguir, Nochu se había enredado con mi prótesis y cuando quise ir por él ya no lo encontraba, estaba solo en el parque rodeado de frío y un corazón lastimado.

— Le dije la verdad y se fué, no sé donde está Namjoon, ayúdame por favor.

Sólo respondió "mándame tu ubicación" iré enseguida. Pero yo no podía esperar, caminé y caminé por un largo tramo con Nochu en mi mano, pregunté a todo cuanto veía  si habían visto a un chico algo desorientado o con la descripcion de Jungkook.

No recibí ninguna respuesta afirmativa y ya me estaba desesperando.

— Jimin – Namjoon junto al amigo de Jungkook llegaron corriendo hacia donde estaba. – ¿que ocurrió?

— Nos reunimos en el parque para hablar y cuando le confesé... cuando le dije que yo soy Chim ya no reaccionaba. Se fue y me dejó con Nochu en el parque, no lo pude seguir, lo siento muchísimo Jin.

Él me observaba como si hubiera cometido un crimen,y juro que así me sentía, cuando me arrebato la correa de Nochu de las manos, la verdad esperaba más que lo que dijo — Tú y yo hablaremos después de esto.

— ¿Eliminaste la aplicación? – preguntó Namjoon a Jin

— Dijiste que no invadiera su privacidad, lo dejé en el bastón que está acá – dijo apuntando a Nochu.

— Llamaré a papá – susurré sacando mi teléfono, alejándome para marcar.

— ¿Qué ganaremos con que traiga a su papi? – escuché a mis espaldas, pero no podia concentrarme en nada.

— Su padre es fiscal de distrito, pueden localizarlo con las CCTV.

Mi padre no tardó más de dos tonos en responder, pero mientras le explicaba me puse a llorar irreparablemente, y nisiquiera su voz sirvió como consuelo mientras me aseguraba que lo encontraría.

Recomendó que fuera a casa a esperarlo, pero eso era imposible, yo recorrería todo Corea de ser necesario para encontrarlo.



JUNGKOOK

Cuando me di cuenta de lo estúpido que había sido ya era tarde.

Habia corrido tanto que no tenía ni la más mínima idea donde me encontraba.

Ni siquiera sé cuánto caminé o hacia donde, aunque podía sentir a la gente pasar a mi lado, el ajetreo, el ruido, los autos.

Pero no sabía a donde ir.


— Hijo, ¿Estás bien? – sentí una mano en mi brazo, pero nada más, me sentía como un gatito asustado. – ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

— Yo... ¿Dónde estoy?

— Estás fuera de la heladería de la calle HuenDo, ¿sabes donde es eso? – preguntó tomando mis manos y negué – No te preocupes, soy Lean, te puedo llevar a casa para que busquemos tu dirección y te llevo.

La señora era una mujer demasiado amigable, irradiaba confianza en su voz y en su tacto. Demasiado maternal quizás, pero no se parecía a algo conocido.

— Muchas gracias.

Lean fue silenciosa y cómoda, no me preguntó más de lo necesario, llegamos rápidamente a su domicilio y me ayudó a bajar del auto.

Amor por ContactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora