9

107 10 0
                                    

Omnisciente

— ¡Si no sales juro que botaré la puerta, Jungkook!– gritó Yoongi tocando por onceava vez.

Era el cuarto día, y poco se había visto de Jungkook. Abría su cuarto para dejar salir a Nochu, y volvía a cerrar al instante.

Los golpes en la puerta era lo único que se escuchaba, el lugar se volvió un sepulcro desde esa tarde.

Jin se aproximó para sacar a su amigo, no había caso, Jungkook había entrado nuevamente en modo depresión, y de eso salía él solo.


— Déjalo, está viendo su proceso.

— Apenas está comiendo, no quiso desayunar, no quiso almorzar. ¿Se está matando de inanición? Te dije que ese tipo era mala idea. – encaró a su mayor volcando su preocupación a enojo.

— ¿Me lo dijiste? Porque recuerdo tus comentarios sobre el buen gusto de Jungkook por tener a Jimin ¿pero si desconfias de Chim?

— No dejaré que se hunda ...

— Tienes dos opciones gatito, o te aguantas y lo esperas, o lo presionas y se va. Ya te lo he dicho, mi prioridad es él.


Ambos se enfrentaron hasta que el pomo de la puerta giró y volcaron su energía al chico frente a ellos. Sus ojos parecían inyectados de sangre dentro de la negrura que se volvieron sus iris tras el accidente, había bajado de peso en estos días y sus ojeras eran moradas y profundas.


— ¿Dejaron de pelear mi custodia? ¿Me tapo los oídos mientras mis padres pelean? – soltó arisco.


Movió su cuerpo hacia la cocina, apoyándose en las paredes como había aprendido cuando recién llegó.

Sus amigos lo seguían de cerca, observando cada paso, cada movimiento.


— ¿Cómo estás? – preguntó Yoongi recibiendo un codazo que le dejó sin respiración.

— Creí que me gustaban dos personas, pero resulta que era una con mucho tiempo y algo de aburrimiento que decidió hacerme su proyecto de caridad.

— Jungkook – advirtió Jin.

— Soy un ciego que no sabe confiar en la gente, se burlaron en mi puta cara por 3 malditos meses, hasta lo besé joder. Debe estar...

— No lo digas, no mezcles tu autodio con Jimin. Lo vas a terminar odiando.

— ¿Quién te dijo que no quiero eso?

— Jungkook, apaciguate, habla con él. Puede explicarte el cómo, el porqué, todo sin que tu cabeza autodestructiva te juegue una mala pasada.

— No quiero – murmuró – no quiero saber que fui un juego, una apuesta o...

— ¿O que hay otra persona en el mundo además de estos dos imbéciles dispuesto a amarte?

— ¿Eso existe? Mi madre no ha venido ni una vez desde mi accidente, no tengo un padre, todos mis amigos desaparecieron y ustedes sienten pena por mí. – Jungkook dejó el vaso de agua con cuidado sobre el estante y se dió la vuelta para apoyarse mientras sus Hyungs lo observaban.

— Te amo desde que eras un pequeño renacuajo que se metía a mi casa a robarme el equipo de fútbol. Tenías 5 y yo 13, eras irritante, baboso y tierno. – susurró Jin acercándose a su amigo que había bajado su cabeza. – Tú madre me acompañó cuando murió mamá, y me dió un hogar cuando papá se fué del país. Eres mi familia Jungkook, y me duele que no tengas eso claro.

Amor por ContactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora