Don't you, big boy? (Steddie)

XI

Steve quedó perplejo.

— ¿Eddie?—La chica se asomó por la puerta de la habitación.

— No sabía que había alguien contigo.—Dijo Steve.— Será mejor que venga en otro momento.

— Podemos estar todos juntos.—Chrissy miró al de cabello largo.— ¿Verdad, Eddie?

— Sí, no es necesario que te vayas, a menos de que tengas otra cosa que hacer.

Harrington aprovecharía la oportunidad, no dejaría solo a Munson con esa chica.

— Bien.

— Genial.—Sonrió.— Soy Chrissy.

— Soy Ste—

— Sé quién eres, Eddie me ha contando mucho de ti.

Steve volteó a ver a Eddie, pero este desvió la mirada.

— Bueno, ya me dio un poco de hambre, ¿Tienes algo de comer?—Preguntó la chica.

— Sí, creo que aún hay pasta, ¿Está bien eso?

— Claro, si quieren puedo hacer para los tres mientras ustedes van a la habitación.—Ofreció.

— Está bien, si ocupas algo me llamas.—Dijo Eddie.

Chrissy se limitó a asentir con la cabeza.

Los chicos se retiraron de la pequeña cocina y entraron a la habitación.

— ¿Qué estaban haciendo?—Steve se sentó en la cama.

— Estábamos durmiendo.

— ¿Antes de estar durmiendo?

— Estábamos fumando algo de hierba y escuchando música.

— ¿Nada más?—Indagó.

Munson se sentó a su lado.

— ¿Crees que hicimos algo más?

— No lo sé, por eso estoy preguntando.

— Si te preocupa que nos hayamos besado o algo así, no te preocupes, Chrissy tiene novio y yo estoy detrás de alguien más.—Lo miró directo a los ojos.

Steve se sonrojó y Eddie lo notó.

— Entonces sí era eso, te preocupaba que besara a alguien más.

— Puede ser.

Harrington trató de dejar los nervios a un lado y volvió a mirarlo, acto que Munson entendió como permiso para acercarse más. Pasó sus manos por la nuca de Steve, sintiendo el sedoso cabello de este en el proceso, para luego jalarlo suavemente acercándolo a su rostro.

— Eres realmente lindo, Steve.

Tras esas palabras, Steve acortó la distancia que había entre los dos, probando nuevamente los labios de Eddie. A pesar de que ya se habían besado varías veces, ambos concordaban en que cada vez que lo hacían experimentaban la misma sensación de la primera vez, una sensación que no sabrían describir si alguien les preguntara, pero que llenaba sus cuerpos de satisfacción.