¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SIMON TARDA MUCHO TIEMPO EN LOGRAR RELAJARSE POR COMPLETO CONTIGO, no es que se sienta incómodo, es mas una cuestión de protección y de proteger su corazón por encima de todo. Este hombre ha sido pateado, masticado y destripado innumerables veces por personas que decían cuidarle la espalda, sabe muy bien lo que se siente un cuchillo en la espalda, así que no te sorprendas de que tarde casi seis meses en buscar refugio en tus brazos y relajar sus hombros rígidos.
Aunque sea abrazándote, siempre es primero un soldado, con sus ojos marrones y penetrantes observando su entorno y el tuyo, tomando nota mental de las puertas y ventanas. Para siempre, Simon te protegerá con su enorme y duro cuerpo; sentados en el sillon el sera quien se siente con su cuerpo tapando el tuyo de la puerta y de las ventanas, en la calle es el quien va del lado de los autos, su brazo siempre en tu cintura y su mirada escaneando cada detalle del lugar, a la hora de dormir es el quien le da la espalda a la puerta, la mayoria de las veces el duerme casi encima tuyo, haciendote desaparecer bajo su inmensa figura.
Tu vida siempre será su preciado tesoro a proteger, aunque nunca te des cuenta.
Es una fuerza consumidora en todos los sentidos. Le encanta cubrirte completamente con su cuerpo, escondiéndote de cualquier daño que el mundo pueda causarte. Sus manos, grandes y desgarradas por la guerra, parecen estar siempre cálidas al acunar tu cuerpo entre las suyas, normalmente una en la parte baja de tu espalda y otra apoyada en tu cabeza o cuello.
El agarre de Simon es fuerte y no se mueve, así que más vale que estés cómoda dondequiera que se hayan acurrucado, y sobre todo si se queda dormido. Cambiarte al otro lado de la cama no ocurre con Simon, de ninguna manera; su agarre casi parece hacerse más fuerte mientras sueña, sujetándote como si fueras su salvavidas, no te permite moverte de su lado ni para ir al baño.
Habrá noches en las que no suba a la cama o, si lo hace, no querrá que lo toques, lo mires o siquiera lo veas como a un ser humano. Quiere rondar en las sombras que llenan su mente, observándote casi como un lobo a un conejo. Simon está hambriento de lo que no conoce, de esa intimidad que le crispa, de lo que no puede proporcionar. A veces, ser un humano es demasiado para soportarlo, así que prefiere verte a ti serlo.
Es raro ver o sentir cómo se quita la máscara, resulta casi chocante saber que Simon tiene piel bajo el pasamontañas pintado de calavera. No haces ningún comentario ni te quedas mirando (por duro que sea) cuando se la quita porque quieres que lo haga más y si lo miras demasiado sabes que solo lo incomodaras.
Es entonces cuando eres plenamente consciente de que Simon se siente seguro y no puedes evitar sonreír en su pecho mientras te acurruca contra el, sus manos asperas y lastimadas recorriendo la suavidad de tu piel enviando choques electricos a tu columna.
Esos pequeños detalles son los que hacen a Simon un hombre por el que vale la pena salvar.
