-Tenía que ser suficiente, debía aguantar, como su madre le había dicho, como llevaba repitiéndose toda la vida.
Se fuerte, Irina. Lo suficiente como para acabar con los del Monte Weather, para ser más inteligente que ellos. Lo suficiente como para...
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Ya habían llegado Finn y Abby para salvar a Lincoln, por fin. Por qué Irina ya había perdido la cuenta de cuantas vueltas le había dado Bellamy a la pequeña habitación del transbordador, y había observado cada movimiento de aquel chico llamado Nyko, que aún seguía ahí. En cuanto a Octavia, ella no se había separado ni un momento de Lincoln.
—Gracias a dios —suspiró Octavia aliviando su cuerpo. —¿Y Clark?
—Evitando una guerra —decidió responder Finn, porque realmente es lo que estaba haciendo la líder. Irina se mordió el labio, sin poder evitar que todo su cuerpo se revolviera ante aquella frase. Otra guerra, si es que llegara a suceder no sabría si podría aguantarla. Al menos por el momento.
La doctora observó con rapidez al terrestre en el suelo. No había que ser un experto para darse cuenta de lo mal que estaba, por eso se arrodilló a su lado dispuesta a salvarle.
—Las pupilas no reaccionan—informó, abriendo sus párpados para ver esto. —Átale el brazo lo más fuerte que puedas —indicó a Octavia, que no dudo en hacerle caso. Abby sacó del kit una jeringa, que todos observaron detenidamente. —Gracias a los suministros que trajo tu hermano, puede que Lincoln se salve.
—¿Qué es eso? —preguntó la morena.
—Le bajará la fiebre —se limitó a responder la doctora. En cuanto fue a inyectarle la aguja, Lincoln se comenzó a mover alterado. —¡Sujetadle!
Sin perder ni un segundo Irina y Bellamy se arrodillaron a los lados del chico y le agarraron con fuerza, permitiendo que Abby pudiera hacerlo. Pero Lincoln, en vez de calmarse, empezó a convulsionar de nuevo. La doctora le tomó el pulso como pudo.
—¿Qué pasa Abby? —preguntó Irina, mostrando su preocupación. En ese punto Lincoln ya no era solo el novio de Octavia, a ella también le preocupaba, porque le caía bien y por qué... no había tenido la oportunidad de conocerle lo suficiente. No quería que muriera así.
—Eso ¿Por qué no funciona? —añadió la pequeña de los Blake.
—Se le ha parado el corazón.
Todos se quedaron callados, porque ya era la segunda vez que pasaba. Griffin comenzó a reanimarle, mientras todos en la sala miraban. Por qué no podían hacer mucho más.
—¿Eres un sanador? —cuestionó Abby mirando a Nyko, que se acercó a todos y asintió —inclínale la cabeza y bájale el mentón para abrir la toma de aire.
La doctora siguió por unos segundos que se alargaron a minutos, pero ya todos estaban asimilando lo que iba a pasar. Aun así ninguno decía nada, todos estaban en silencio. Irina y Octavia no apartaban la vista del chico, porque ellas no perdían la esperanza.
La rubia no dejaba de repetirse que si ella lo consiguió, Lincoln también podría. Pero Abby paró.
—¿Por qué paras? ¿Qué pasa? —jadeó Octavia, con las lágrimas cayendo de sus ojos.
