𝟏𝟒- 𝐚𝐮𝐬𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬

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Bellamy había intentado detenerla, pero Kane, de nuevo, se lo había impedido

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Bellamy había intentado detenerla, pero Kane, de nuevo, se lo había impedido. 

Un terrestre tenía el cuchillo en el brazo de Raven, rajándole poco a poco. La rubia de un golpe rápido se lo tiró al suelo, y por la sorpresa pudo pegarle una buena patada en sus partes.

—¡Para! ¡te van a hacer daño a ti también! —gritó su prima, entre lágrimas.

—Ya me lo han hecho —murmuró, y aunque fue en bajo, Lexa pudo escucharla. Y no fue un detalle que iba a pasar por alto.

Matadla a ella también —sentenció Indra, mirando con puro odio a la rubia. Irina no entendió lo que dijo, pero sabía bien que no era algo bueno. Y en efecto, porque nada más habló, una chica de rastas castaña se acercó a ella y sin vacilar le pegó un puñetazo en el estómago.

—¡No! ¡Dejadla en paz! —chilló Raven, casi sin ver por las lágrimas, y haciendo tanta fuerza para salir de las cuerdas que sus muñecas ardían.

Irina pudo recuperarse rápido, aunque tuvo que concentrarse un segundo en no vomitar por aquel golpe. En cuanto se levantó, le dio tiempo a esquivar el cuchillo que estaba a punto de hincarle la de rastas. Intentó quitárselo de la mano para poder usarla como cebo, y amenazar con matarla delante de todos si no soltaban a Raven, pero el puñetazo le había ralentizado.

Consiguió darle una patada en la pierna, justo en la espinilla para que la terrestre se tropezara. Y justo cuando creía que más o menos podría controlar un poco la situación, sintió unas manos en su cuello, ahorcándola.

Su primer impulso fue intentar quitarle las manos de encima, o pegarle algún codazo, pero al parecer quien lo estaba haciendo era un hombre, grande y bastante estable. Sus golpes contra su cuerpo parecían los de un mosca, ni si quiera los notaba. Y ya estaba empezando a ahogarse. Abrió la boca para buscar aire, pero nada entraba a sus pulmones. Como con los ataques de ansiedad. Se estaban haciendo realidad.

Bellamy, en cuanto vio que el hombre puso sus manos encima de ella, salió corriendo al círculo, sintiendo su corazón casi a mil por hora, y su cuerpo actuando por sí solo. Kane agarró del brazo de inmediato, deteniéndole.

—¡Para, es Irina, joder! 

—Bellamy no lo entiendes, si sales ahí te matarán a ti también. 

—¡No la voy a dejar sola! —gruñó Blake, apartándole con fuerza. Kane no tuvo más remedio que dejarle.

Llegó al círculo lo suficientemente rápido como para que nadie le agarrara o frenara. Y sin esperar si ni un solo segundo, agarró al terrestre de la camiseta e impactó el puño en su mejilla.

Irina por fin pudo respirar, sintió como sus pulmones se llenaban de aire de nuevo y como su vista se aclaraba poco a poco. Y en cuanto se giró, vio al moreno, enfadado como nunca antes lo había visto. Tenía los ojos infectados en furia y pegaba a aquel terrestre como si fuera un saco.

Los 100 | Bellamy Blake ②Donde viven las historias. Descúbrelo ahora