¿Sobrevivirías a que tu primer amor te deje plantado en el altar?
¿Soportarías que tu segundo amor y matrimonio fuese una farsa?
Dicen que la tercera es la vencida. Pero a veces, es la peor de todas.
¿Confiarías en tu guapo vecino sin enamorarte de...
Son tres años, tres años en que pensé que era feliz al lado de mi esposo. Con su estilo de vida, con sus reglas. Pero me doy cuenta que no era realmente feliz y que vivía una mentira.
Ahora lloro. Pero no por el abandono y el engaño solamente. Sino por mí mismo, por haber perdido tres años de mi vida al lado de ese hombre que me utilizó y que de la noche a la mañana tuve que empezar a vivir mi vida. Me he metido a la cabeza de que no soy yo el del problema, pero vamos, es la segunda vez que me rompen el corazón. Dicen que solamente puedes soportar tres decepciones amorosas en tu vida para dejar de creer en el amor.
Yo dejé de creer en el amor desde que Baekhyun me dejó plantado en el altar de la pequeña capilla de Ansan. Pensé que estaba soñando, pero no era un sueño y más cuando lo vi en los establos revolcándose con Seo Ye Ji el día de nuestra boda.
―Puedes unirte si quieres ―Dijo entre jadeos.
Salí corriendo de ahí como si mi vida dependiera de ello.
Y en realidad así era. A la corta edad de diecisiete años. Sería tonto para alguien ahora de mi edad decir que estaba locamente enamorado de Baekhyun, el chico más bello de la ciudad. Pero la verdad es que sí, estaba enamorado de él.
Habíamos crecido juntos, estuvo en el funeral de mi madre, en cada cumpleaños hasta que me propuso matrimonio. Nos quedaríamos en Ansan, pero juntos tendríamos una carrera exitosa. Él siempre quiso ser piloto y yo doctor. Solamente espero que el maldito haya logrado su sueño de piloto porque de ser el mejor esposo le quedó algo corto.
Mi teléfono móvil suena, ha estado así durante horas y días, me he cansado de revisar su pila, creo que morirá pronto. Al igual que yo. En mí no tan nuevo apartamento que ahora luce verdaderamente mal. Hay ropa tirada por toda la habitación. No he limpiado nada, ni siquiera a mí mismo.
Tampoco he ido a trabajar y creo que estoy despedido. Aunque no tenía ninguna cirugía programada para estos días, como si ya hubiese sabido que iba a caer en el mundo de la autocompasión. Esto último me preocupa, si quiero seguir viviendo aquí y lamer mi miseria debo ponerme a trabajar. Pero no tengo fuerzas.
Escucho que tocan el timbre. Ni loco me pienso levantar de aquí. Los chicos deben de estar preocupados por mí, deben haberlo visto venir y yo debí ser más astuto sobre ello.
Ahora alguien toca con sus puños, tampoco me importa, pueden derribar la puerta. La pared de mi alma ha sido derrumbada y me encuentro hecho un desastre. Por fin se hace el silencio y yo vuelvo a cerrar mis ojos.
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Me duele la cabeza.
Ni siquiera sé si es de día o de noche. Como si tuviera alguna diferencia. Me siento igual de mal.
Solamente cuando duermo tengo algo de paz. Pero no los últimos días. He tenido las peores pesadillas, me despierto llorando y buscando a Johnny, luego recuerdo que el maldito ya no existe en mi vida y se me pasa.