CAPITULO 4

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Mierda.

El apartamento es más grande de lo que se ve en las fotografías.

―Entonces, joven Suh. ¿Es perfecto para usted?

―Lee ―Lo corrijo― Suh dejará de existir muy pronto, y sí, es perfecto para mí.

―Mi error ―Me dedica una pequeña sonrisa y me entrega su bolígrafo― En ese caso será mejor que nos apresuremos, así podrá disfrutar de su nuevo hogar.

¿Hogar?

Claro que sí.

Una vez he firmado los papeles me doy por bienvenido. Recorro de nuevo los pasillos y me detengo en lo que es mi nueva cocina. Creo que prepararé una buena comida para mis amigos de ahora en adelante, su tamaño es impresionante y su isla de granito en medio de ella me hace pensar en que en otra vida quizá la haya estrenado de otra manera.

¡Calor!

Llego hasta la sala principal y contemplo de nuevo los sofás blancos, la alfombra peluda y suave debajo de la mesita llena de las revistas de cotilleo. Hay un hermoso librero de roble con pocos libros, creo que tendré que llenarlos, y sus lámparas grandes en cada esquina le dan el toque perfecto.

Me desplazo ahora a lo que es el comedor. Uno, dos, tres, cuatro...cinco y seis. Perfecto y hasta sobra. Sobre ella hay rosas blancas frescas que desde aquí huelen delicioso. Sigo mi recorrido y hago lo que quise hacer desde que entré aquí. Corro hasta mi gigante cama y siento sobre mí las suaves sábanas de algodón egipcio, según dijo el chico de bienes raíces. Huelen a soltería y chico libre. También tengo a juego otra alfombra como la de la sala principal, pero le supera en tamaño.

Se siente suave bajo mis pies y es más peluda que la otra. Hay un pequeño sillón debajo del ridículo plasma de cien pulgadas que está sobre la pared.

La persona que decoró este apartamento debe de tener un buen sentido del humor para ello.

El de la sala es igual o más grande. Creo que a los chicos les gustará y a mí. Poder disfrutar de alguna vieja película o un programa de televisión cuando esté en casa.

Todo el estilo minimalista de mi nuevo apartamento me encanta. Creo que podré ser muy feliz aquí.

Regreso al salón principal y busco en mi bolso la fotografía de mi padre. La coloco sobre la mesita de la esquina que tiene también flores frescas y sonrío.

Ahora sí me siento en casa.

De pronto el timbre suena y casi me saca un susto. Hace mucho tiempo que no hacía algo tan sencillo como abrir la puerta del lugar donde vives. Abro y me encuentro con... nadie. Cuando estoy a punto de cerrar la puerta, escucho que alguien tira la puerta del apartamento de al lado un poco fuerte.

Cielos, parece que alguien está teniendo un mal día.

A los pocos minutos, echo un vistazo en la cocina y me encuentro con algunos productos de cortesía. Me preparo una taza de café y me dirijo a la pequeña terraza. Se respira calma como también un poco de soledad. Le doy el primer sorbo a mi café y un aroma invade enseguida mi zona de relajación. Como si algo me pidiera que voltease, lo hago, pero el hombre vuelve a entrar.

Definitivamente era un hombre. Y uno con un buen gusto para los perfumes, huele delicioso, es una lástima que no pude ver su rostro o saludar. Seguramente es el de hace rato que cerró fuerte su puerta.

¿Acaso fue él quien tocó el timbre? No lo creo, no parece tener hijos porque no escucho a nadie del otro lado. Me olvido de ello mejor y esta vez sí hay alguien que toca a mi puerta.

𒄬 ¡𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐅𝐀𝐃𝐎𝐑! 𒄬|| ᴶᵃᵉʸᵒⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora