CAPITULO 29

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Antes de ir a casa, no tengo ni una puta idea de lo que me vaya a encontrar. Por lo que mis planes cambian y mejor voy por un trago para calmar mis pensamientos y dejar de pensar siempre en lo mismo.

La maldita soledad.

Llámenme loco, pero el alcohol tiene un sabor especial cuando no tienes nada que perder, una vez ya lo has perdido todo.

No suelo hablar de estas cosas con nadie. He aprendido la lección de no permitirme enamorarme de ninguna persona. Puedo tener la persona que quiera en aquellas noches en las que ya no puedes encargarte por ti solo del duro problema.

Coger y despedirse se ha vuelto también aburrido. O solamente coger, sin despedirse, solamente abrir la puerta y marcharte para nunca repetir con la misma persona.

Salgo de mis patéticos y sucios pensamiento al escuchar la voz chillante de un chico a mi lado que mantiene una extraña conversación con el tipo del bar. Parece estar muy entretenido cuando pregunta:

―¿Entonces te dejó?

¿Lo dejaron?

Cuando se echa para atrás y responde, reconozco su rostro.

Tienes que estarme jodiendo. Me quejo para mis adentros al reconocer mi objetivo en la mira.

―Nooooo... yo lo dejé―Balbucea borracho―Me fui de casa... sin ninguna maleta o joyas, solamente me fui... y ahora, tengo el mejor apartamento en uno de los más grandes edificios de la ciudad, un closet nuevo con ropa nueva y disfrutando mi soltería, aquí contigo. ¿Es patético?

―No...

―Sí ―Respondo para que se calle de una puta vez.

Mi whisky está casi por la mitad, así que, si hay alguien que irá lejos de la honestidad, será el. Justo lo que necesito.

―¿Disculpa? ― Me encara y yo no molesto en verlo―Tengo mi propio terapeuta de este lado, ve y consigue el tuyo.

El tipo del bar se ríe y me pregunta:

―¿Más hielo, señor?

―Creo que tiene suficiente ―se apresura a decir y me causa gracia. Creo que me voy a divertir.

―Lo dice el experto ―Rezongo.

―A ver...Dr. Corazón ya que has interrumpido mi terapia dime por qué soy patético.

Clavo mis ojos en él y he conseguido callarlo. Sí, tengo ese efecto algunas veces y ésta no es la excepción. Le gusta lo que ve, y aunque odie admitirlo, a mí también me gusta lo que mis ojos ven.

Toco mi cabello desaliñado porque me ha puesto duro y lo fulmino con la mirada.

―Te has quedado mudo ―Le doy un sorbo a mi trago y prosigo― Eres patético desde el momento en que estás solo, en un bar a altas horas de la noche y contándole tu vida a un extraño, sin temor a que alguien más pueda escucharte. Me retracto, no eres solamente patético, eres irresponsable, porque además estás bastante ebrio, lo que es más peligroso para los demás que para ti mismo.

Abre sus ojos como platos.

―¿Qué sabes tú? ¿Acaso el amor te ha estafado?

―¿Me ha qué? ―Debe estar bromeando para hablar de esa manera tan extraña.

―ES―TA―FA―DOO.

―¿Quién? ―Pregunto.

―Pues quién más, ¡El amor!

Veo al tipo del bar. Él tampoco parece entenderlo.

―¿Y eso cómo puede ser posible?

Suspira derrotado y toma ahora mi trago porque se ha quedado sin su alcohol y vómito de la verdad. Yo se lo permito y coloco mi mano sobre mi mentón. Esperando por la crueldad de tener que escucharlo balbucear. El me ve como si quisiera comerme y nos quedamos por un segundo viéndonos así.

𒄬 ¡𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐅𝐀𝐃𝐎𝐑! 𒄬|| ᴶᵃᵉʸᵒⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora