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Musa.

Ahyeon golpeó mi mejilla con tal fuerza que terminó por hacerme rodar el rostro.

¡Esa maldita perra!

Volví a intentar darle un golpe, pero fue tan rápida que no precisé el momento en que estaba detrás de mí. Ella golpeó mi hombro haciéndome caer y gritar.

— Fallaste. Vamos perris —se burló—... ¿Es lo mejor que Tienes?

Me abalance estresada de todos los golpes y bofetadas que había estado recibiendo por ese largo y cansón entrenamiento. Luego de estar encima de ella y querer golpearla, un dolor muy fuerte invadió mi cabeza.

Grité.

— Oh ¿quién es esta chiquilla? —preguntó una voz masculina a mis espaldas — ¿Quién se osa en atacar a mi jefecita?

Caí al lado de Ahyeon, adolorida.

— Déjala, está entrenando conmigo— Ahyeon se levantó para mirarme—. Pudo haber sido mejor, novata.

En ese instante pude presenciar a Joseph estaba en el porche de la cabaña comiendo una tostada mientras veía el entrenamiento. Cuando observó que lo estaba mirando se retiró, fui tras de él, necesitaba hablar de lo ocurrido la noche anterior.

— Joseph —lo llamé. El chico siguió caminando. Volví a llamarlo, pero parecía como si yo estuviera hablando con el aire. Grité su nombre, salí corriendo para quedar frente a él. Lo tomé del hombro para que se girará, pero en vez de eso, terminó por zafarse de mi agarré para salir dando enormes zancadas.

— ¿Eres estúpida o no te estás fijando que te está ignorando? —miré con mala cara a la chica.

Ahyeon me sonrió.

— ¿Te gusta Joseph, no es así?  —me preguntó.

— Como crees... —bufé— Solo me parece apuesto.

— ¿Por eso te lo cogiste anoche?—Ahyeon encendió un cigarrillo.

La miré espantada.

— ¡Qué mierda! ¡Qué no me lo he cogido, solo pasaron cosas...! —intenté explicar.

Ahyeon sonrió de manera burlesca para seguir fumando su cigarro.

De un momento a otro, observé a Hyunjin pasar a toda marcha hacia la salida con mochilas de viaje. Parecía muy agitado, intenté levantarme para ir a preguntarle que sucedía, pero la mano de Ahyeon me detuvo.

— No te lo recomiendo —susurró.

Hyunjin ni siquiera se atrevió a mirar hacia nuestra dirección, lo único que pude ver fue su larga espalda, por última vez...

...

Entré a la cabaña toda sudada y con ganas de tomar una larga siesta. Joseph se interpuso en mi camino al baño, lo miré con mala cara ¿Primero me ignora, y ahora me estorba? ¿A qué jugaba?

— Veo que eres más inútil de lo que creía... —soltó de manera despiadada— Solo tenías que hacer una cosa, ¡y ni eso pudiste hacer!

—¿Disculpa? —le pregunté ofendida y confundida.

— Solo tenías que pedirle que se quedará —Joseph me señaló con su dedo—. Si algo le sucede, jamás descansaras en paz...

—¡Pero qué coño te sucede! —exclamé, cansada de su actitud sin sentido.

—¡Su maldita obsesión por ti! —me gritó— ¡Eso es lo que sucede! ¡Tu jamás debiste haber existido!

La mirada que Joseph tenía casi me hizo vomitar, tenía miedo, mucho miedo. Era un mirada de odio puro.

ZWILLINGE ©| +18| [Hwang Hyunjin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora