Musa
Finalmente ya podíamos irnos a casa. Cuando salí, me detuve en la entrada y respiré profundo. Recibí mucha paz, y luego un par de empujones de parte de los demás estudiantes que también querían irse.
Jeongin iba más adelante junto a Jisung y Mina, los tres charlaban muy alegres y tranquilos sin percatarse que faltaba yo.
Pero eso me dio tiempo para observar a lo lejos a los hermanos Hwang, quienes hablaban o mejor dicho discutían con dos chicos más, los cuales parecían no estudiar en el instituto. Lamentable como mala espía que soy, uno de los chicos me miró y rápidamente les dijo a los demás, señalandome con su barbilla. Todos giraron a verme, disimule lo más que pude y me hice la que buscaba algo que se me había caído, luego hice una expresión de haberme rendido para después caminar lo más rápido posible hasta Jeongin y los demás, quienes ya se encontraban lejos.
—...¿escucharon lo que ocurrió en la noche de ayer?...¡fue terrible! —decía Mina— ¡Encontraron esos cuerpos secos como momias y huecos, como los calzones de Jisung-hyung!
—¡Mina, cierra la boca! —la regaño éste.
—Eso no es juego ni un chiste, Mina. —intervino Jeongin— Además, estás asustando a Musa.
Todos giraron a verme.
Era muy tarde cuando me di cuenta que mis delgadas piernas temblanban como gallina consciente de que servía para caldo.
Por otra lado, alejando el miedo, lo que había dicho Mina, había despertado mi curiosidad.Mina enrojeció luego de que Jeongin y Jisung la regañaron. Los hermanos se despidieron al llegar a la calle por donde ambos vivían.
—Musa, necesito un favor de tu parte, espero no te enojes...—Jeongin me miraba nervioso— ¿Pero crees que podrías irte sola a casa? Tengo unas cosas pendientes que resolver con Jisung.
—¡Sí claro, como no! —murmuró Mina, recibiendo a cambio un jalón de pelo por parte de su hermano.
—Bueno —fue lo único que dije, para darme la vuelta e irme, pero luego algo en mi cerebro se activó— ¿Qué le digo a tu mamá?
—No te preocupes por eso —me alborotó mi rizado cabello—. Toma, este es mi número de teléfono, llámame cuando llegues a casa.
Me despedí de los tres y seguí mi camino. Esperaba no conseguirme nada desagradable por él. De veras, Mina me traumó con lo que dijo. Por el camino, iba pendiente de todas las personas extrañas que pasaban por mi lado. Aunque siempre era muy optimista, nunca era de mas ser precavida. Cualquiera que tuviera intenciones sospechosas, recibirían una patada en el trasero de mi parte.
Cuando ya iba llegando a la casa de Jeongin, sentí mis músculos relajarse. Empecé a tararear una canción que me regalaba:
—La vaca Lola, la vaca Lola... —comencé a silvar. Al llegar a casa solo pude exclamar: —¿Qué demonios?
En la entrada sentada en el suelo, se encontraba una chica de gafas.
—¡Uh, hola! —me saludó. Ella se levantó del piso y yo rápidamente retrocedí un poco— Tal vez no te acuerdes de mí...Soy la chica del estacionamiento —ella vio mi cara de confusión—...de la escuela de arte...Mi nombre es Suni.
—Oh claro, yaya...—hice memoria— Eh...¿En qué puedo ayudarte?
Ella se veía muy chistosa y tierna con esas gafas, de verdad no la reconocí.
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ZWILLINGE ©| +18| [Hwang Hyunjin]
Fiksi PenggemarEran como dos gotas de agua. Luz y oscuridad. Blanco y negro. La Calma y tormenta. Uno ofrecía paz y el otro destrucción. Ambos colgaban en una balanza al mismo nivel, ninguno estaba por encima del otro. Y si algún día esa balanza perdía el equilibr...