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Hyunjin.

Estaba sentado en el suelo de mi habitación, podía escuchar a mis padres gritarse y discutir por algo que no entendía. Coloqué mis rodillas contra el pecho y escondí mi pálido rostro. Encima de la cama se encontraba mi reflejo, en la misma posición... Era mi hermano, Joseph. Él temblaba mientras tapaba sus oídos.

—¿Acaso no te importa que les pase? ¡Son tus hijos! —era la voz de mi madre.

El internado es la mejor decisión, allí los ayudarán a controlar sus poderes —mi padre se escuchaba más tranquilo—. Lo vamos hacer porque los amamos.

La escena cambió drásticamente.
Estábamos en casa, esa casa...
Salí al jardín, allí estaba mi madre cultivando sus flores. Sentí mis piernas flanquear, era ese día. Me giré para observar a mi padre, quien en cualquier momento iba a salir cargando una bandeja con una jarra de limonada. Justo como pasó ese día. Él despeinó mi cabello luego de dejar la limonada encima de una mesita que teníamos allí en el jardín.

Ve por tu hermano, le hace falta tomar algo de sol —me ordenó.

Subí las escaleras con las piernas temblando, sabía lo que se venía.
Al entrar a su habitación me conseguí con que allí no se encontraba. Tragué grueso al acordarme dónde se estaba mi hermano.
Posé la mano en el picaporte de la puerta de mi habitación. Al abrir encontré a Joseph con una sonrisa sarcástica.

Fuiste a verla —soltó de un golpe—. Prometimos no verla más...

—Yo...solo quería despedirme —intenté explicar.

El Joseph de 10 años me dió un empujón haciéndome caer de culo.

—¿Acaso no sabes leer? ¡Viste lo que le harán si descubren su existencia! —Joseph lanzó el libro a mis pies para luego mostrarme la pluma rosada de la niña.

Todo se volvió difuso, solo podía ver a Joseph gritando, yo yéndome a los golpes con él, el montón de sombras apareciendo, la luz cegadora haciendo caer de rodillas a mi hermano. Hasta que finalmente, el montón de llamas consumiendo el lugar.

¡Mamá! ¡Papá! —gritaba entre los humos y escombros de la casa.

...

—¡Musa! —grité el nombre de la morena, mientras abría mis ojos de par en par. Sentía un líquido caliente resbalar de mis mejillas ¿Sangre? Toqué el líquido de mis dedos para mirar que era, pero veía borroso y el fino líquido aún seguía resbalando por mis mejillas... Estaba llorando, eran lágrimas.

—¿Hyunjin? —preguntó la morena preocupada, quién se encontraba al lado de la cama donde estaba acostado.

Mis mejillas se calentaron, debían estar coloradas al igual que todo mi rostro. Me escondí debajo las sábanas avergonzado.

—Ya déjate de tonterías —Musa jalaba de las cobijas.

Mientras yo seguía luchando para mantenerme oculto bajo de ellas.

—¡Déjame solo! —exclamé entre el llanto y la risa. Un comportamiento algo extraño, ¿tal vez?

—Hyunjin —escuché decir a la voz de mi hermano.

Salté de la cama, quitando toda manta y objeto que se opusiera en mi camino. Me acerqué con grandes zancadas hasta él y lo señalé.

—¡Tú! —Joseph me veía desinteresado— ¿Qué me hiciste?

—¿Hacerte algo...a tí? —el rubio se rió como si yo hubiera hecho un chiste irresistiblemente gracioso.

—¡Tu mandaste a la quimera a matarme, no es así! —le grité, aún seguía sollozando, pero esa vez era del cólera.

ZWILLINGE ©| +18| [Hwang Hyunjin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora