Hᴇsɪᴛᴀᴛᴇ ᶜʰⁱˢʰⁱʸᵃ ˢʰᵘⁿᵗᵃʳᵒ̄ [CANCELADA]

13. 𝖳𝗋𝗎𝗍𝗁

ᴘ.ᴏ.ᴠ ᴄʜɪsʜɪʏᴀ sʜᴜɴᴛᴀʀᴏ̄

Nunca he sido una persona moralmente correcta. No conozco lo correcto o lo incorrecto, y no logró diferenciar entre el blanco y negro.

Nunca me ví en la necesidad de reflexionar mis actos, o pensar en ellos. Desde que he sido un niño, he aprendido la ley del más inteligente por parte de mis padres; dos humanos fríos y descarados.

Supongo que saque todo lo malo de ellos.

Nunca nadie me enseñó a saber lo que era lo correcto, jamás aprendí valores, tan solo unos cuantos en mi educación, pero realmente jamás los comprendí.

No entendía nada humano, almenos no hasta que conocí a Hiro Joshiro. Una mujer extrovertida, hiperactiva, inteligente, fuerte y justa. La conocí en la escuela, la veía unas cuantas veces convivir con todos a su alrededor y cayendole bien a todos.

Era todo lo opuesto a mi, en realidad.

—Hiro, harás el trabajo con Chishiya Shuntarō.

Recuerdo el rostro de Hiro al verme, parecía estar aterrada por mi mirada, y no la juzgo, solían decirme que mi mirada era muy seria e incluso amenazante.

—Genial, tenía que ser con la princesita.—balbucee con inconformidad aquella vez.

Lo admito, me caía muy mal. Pero al parecer no tenía ninguna razón para odiarla, tan solo no me agradaba su energía, era muy molesto.

—Tu te llamas Joshiro, y yo me llamo Chishiya.

Aún así, la saludé. Y mi idea principal a su respuesta fue una respuesta hiperactiva y odiosa, pero no fue así. Solamente recibí una respuesta indiferente.

Y eso me agradó.

Comencé a recurrirla por nuestro trabajo escolar; hablamos, convivimos, nos conocimos y terminamos dándonos cuenta de que no éramos tan diferentes el uno del otro, o almenos había maneras en las que tolerarnos.

—Te tolero.—le dije de la nada una vez a Joshiro mientras estábamos haciendo una tarea en su habitación, recuerdo su rostro al voltearme a ver, como si aquello le sorprendiera.

—Y yo a ti.—dijo devuelta ella, ambos nos quedamos viendo, hasta que ella me sonrió, y yo le devolví la sonrisa de una manera muy leve.

Pasaba y pasaba el tiempo, y comenzó a ser entretenido el estar con ella. Yo jamás tuve amigos ya que resultaba ser algo inservible, pero estar con ella era extrañamente reconfortante.

Y cuando se terminó el tiempo juntos, nos separamos sin decir nada más. Sin embargo ella volvió para darme un regalo a final del curso, aquello fue lo último que me quedo de ella.

Y pensé en olvidarlo para que su sombra no me persiguiera, no necesitaba de ella.

Estaba bien solo.

Para mí fortuna o desfortuna, la volví a ver unos años después. Por lo que supe, ella había sido herida en una mision del trabajo que había tenido; y aún así ella se veía demasiado bien para haber sido alcanzada por una bala.

—¿Una galleta?—cuestione extrañado al ver qué su método de entablar una conversación conmigo, era nuevamente, ofrecerme algo de comer.—Esta bien.—dije cortamente aceptando aquello, realmente aceptaba que las galletas eran una tentación demasiado grande para mí.

De alguna manera siempre regresábamos el uno con el otro, aún a pesar de que ya no lo desearamos. Podría alejarme, y ella volvía; o ella se alejaba y de alguna manera yo volvía a ella.