Es el tipo más sínico que haya podido conocer. A pesar de que Min está sentado a su costado, noto como me mira, sin preocuparse porque alguien pueda notarlo. ¿Qué rayos le pasa? No prueba bocado, sostiene una copa de vino que llena a intervalos. Lucho por fingir que no noto sus ojos sobre mí, pero tampoco puedo ignorar a mi marido toda la noche.
―La cena esta deliciosa ―Susurra colocando su mano sobre la mía. Sé que mirarlo significa ver a ese descarado, pero no tengo otra opción.
―Gracias ―Le doy una rápida mirada a Min, pero mis ojos se detienen en los de Seung.
―Primita, esta deliciosa ―Sus ojos bajan hasta la curvatura de mis senos y me obligo a mantener el control.
Es como si intentara provocarme con cada una de sus acciones. Sus miradas, la doble intensión de sus palabras, el gesto obsceno que hace con su lengua sobre el borde del cristal. Todo es demasiado, pero lo peor... es que comienza a excitarme.
―Creo que deberías tener cuidado ―La voz de Priscila me toma por sorpresa. Aparto la mirada de las copas sobre la mesa de la cocina, que intento ordenar.
― ¿Disculpa? ―Se apoya de modo despreocupado contra la pared y sonríe de lado.
―Hablo de Seung ― ¿Por qué tiene que hablarme de ese tipo? He tenido que fingir ir al servicio y encerrarme en la cocina con mis excusas para no verlo y ahora viene a hablarme de él.
―No comprendo ―Pone los ojos en blanco.
―Claro que comprendes. Se la ha pasado mirándote toda la cena, es obvio que le gustas ― ¡Por favor no! Una cosa es lo que pueda imaginarme, cosa que puedo ignorar y fingir que no ocurre, pero si lo suelta tan abiertamente, solo me complica más las cosas.
―En realidad...
―No deberías permitir que se quede en tu casa. Lo conozco y cuando una mujer le gusta... ―Hace un gesto con las manos― Nada lo detiene.
Intento parecer apática y le dedico una sonrisa condescendiente. Como si fuera algo no real.
―No lo creo. Pero te agradezco la advertencia ―Me mira con detenimiento.
―No entiendo como lo haces.
― ¿Qué cosa?
―Siempre ser tan perfecta y rígida ―Forzó una sonrisa y disimulo el malestar que me provoca su comentario. ¿Rígida?
―No es nada envidiable ¿Cierto? ―Se encoge de hombros.
―Para mi madre, sí. Dice que ojala fuera como tú, pero desde luego que pierde su tiempo. Jamás podría ser como tú ―No sé si debería sentirme halagada o insultada.
Mientras Min conduce su auto, no puedo evitar que mis ojos vuelvan a través del espejo lateral del auto y encuentren los faros del auto de Seung. Que nos sigue a un par de metros.
―Has estado muy callada toda la noche, amor ―Comenta Min, sin dejar de ver el asfalto.
―Supongo que ha sido un día largo ―Podría utilizar muchos calificativos, pero podrían sonar a reproche o protesta.
En ocasiones como estas, odio la seriedad de Min y su poca percepción de las cosas. Priscila se ha dado cuenta de la actitud de Seung y él no ha dicho nada al respecto. Como hombre debería haberlo notado. Y lo que aún no me puedo creer, es que ha dicho que ese tipo se quedara en la casa.
― ¿Es por Seung? ―Me vuelvo sobre el asiento y lo miro inquieta ¿Lo sabe? ― Solo se quedara un par de semanas en lo que encuentra un piso ―Mis esperanzas de que toque el asunto de su actitud se esfuman. Involuntariamente dejo escapar un suspiro y niego.
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Una pasión peligrosa
Teen FictionTodo el mundo me recuerda lo afortunada que soy. Pues tengo un marido ejemplar, es guapo, amable, fiel y muy rico. Me tiene viviendo como a una reina. Soy feliz, no lo puedo negar. Min es dulce a la hora de sexo y siempre me dice que me ama. Yo tamb...