Capítulo 17

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Permanezco inmóvil mirando hacia la escalera, por donde ha desaparecido, hace minutos, tal vez horas, no lo sé y no importa. Ya nada importa. Sus crueles palabras hacen eco en mi mente, quemando mi alma. ¿De verdad todo fue una mentira? ¿Solo lo hizo porque él se lo pidió? Sabía que para Seung solo era una más, alguien de quien se cansaría y la botaría, y aunque eso duele, era mil veces preferible a saber que lo hizo por mandato de Min. Me cuesta creerlo, después de sus besos, de sus caricias, de sus palabras, pero... un hombre como él, no dejaría sus andanzas por mí. Y la muestra la he presenciado esta noche, al verlo con esa mujer. Alguien no tan dañada y manchada como lo estoy ahora.

Paso saliva y me obligo a mantener a raya las lágrimas. No llorare por algo que no vale la pena. No en estos momentos en que todo lo que creía se ha convertido en nada.

Quisiera marcharme, huir lo más lejos posible, pero... ¿Qué pasaría si lo hago? Si Min hace publicas esas imágenes y videos, mi familia no me aceptaría. No tengo suficiente dinero, ni a quién recurrir. Nuestras amistades son las mismas y él se encargaría de hacerles saber lo que hice, la despreciable mujer que soy y me darían la espalda. No, no puedo hacerlo. No puedo aunque lo quisiera. Estoy atrapada.

Esto es una pesadilla, una de la que por desgracia no puedo despertar. Ni si quiera su ultraje duele tanto como lo que afirma de Seung. ¿Y por qué? Porque tal como lo dijo Priscila, no era solo pasión la que sentía por él. ¡Que estúpida fui! La efímera felicidad que saboree ha desaparecido, ahora solo queda una amarga decepción.

Apoyo la barbilla en mis rodillas y miro a la nada. Intentando descubrir en qué punto falle con él. Tratando de entender porque me hace esto.

El sonido de sus pasos me sobresalta. Temerosa, lo veo aparecer en lo alto de la escalera. Me levanto torpemente, cubriendo mi cuerpo y él me dedica una mirada llena de desprecio y emite un sonido de desagrado.

― ¿Aun sigues ahí? ―Su voz es fría, completamente indiferente.

Retrocedo poniéndome a la defensiva. No permitiré que me toque de nuevo, eso no.

Contengo el aliento mientras lentamente desciende hasta llegar al último escalón. Regodeándose con la escena deprimente de mi aspecto. Siempre fui la esposa perfecta y ahora debo parecer patética. Algo que definitivamente soy después de haber sido sometida no solo a su burla, también a la de ese maldito de Seung.

―Deberías arreglarte.

¿Arreglarme? Nada podría hacerlo, no después de lo que ha hecho.

― ¿Qué es lo que quieres? ―murmuro con voz temblorosa. Me odio a mí misma por no poder ocultar mis emociones, pero me ha dejado rota, destrozada. No tengo fuerzas para aparentar que no me afecta.

Ladea el rostro y me recorre de pies a cabeza.

― ¿Qué quiero? ―repite acariciándose los labios―. Por lo pronto, que te quedes dentro de la casa. Le diré a mi madre que has salido a visitar a tu hermana y que te quedaras unos días en su casa.

―No puedo hacer eso ―niego débilmente. Hace tiempo que no le llamo, ni siquiera sé si sigue viviendo en la misma casa o se ha mudado de nuevo.

― ¿Por qué no? ¿No lo hacías para poder verte con Seung? ―¡Mierda! Me muerdo los labios, conteniendo la frustración que me invade―. Para eso no te costaba trabajo mentir, ¿verdad, cariño?

Ignoro su burla.

―Si llama a mi hermana sabrá que es una mentira.

No espero que su madre haga eso, porque es una mujer muy prudente y no suele inmiscuirse en la vida de otros. Algo que no me beneficia, porque no desconfiara de su hijo.

Una pasión peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora