Capítulo final

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―Trata de entender ―pide Sonia colocando una taza humeante de café en mis manos, antes de acomodarse frente a mí.

Después de ser capaz de reaccionar y darme cuenta que me encontraba demasiado alejada de la civilización como para encontrar un medio de transporte. He tenido que llamarla para que fuera por mí. Tristemente no tenía a nadie más a quien llamar.

A la única persona que creí que tenía a mi lado, me ha abandonado. Por la misma mujer que lo hizo Min, aunque eso no duele, no se compara a lo que siento en este momento. No como saber que está con Seung.

Jamás hubiera creído que ellos se entendían. Que las cosas terminarían de este modo. Comienzo a cuestionar todas sus palabras de amor.

―¿Qué se supone debo entender? ―gruño sacudiendo la cabeza―. Se fueron juntos. No hay mucho que entender, ¿o sí?

Suspira como si tratara de tenerme paciencia, como si estuviera siendo irracional. Pero la verdad es que me siento traicionada, herida.

―Él le pidió ayuda ―comienza a decir en voz baja, atenta a mi reacción. Sé que lo hizo, lo dijo Enrique―, y ella aceptó hacerlo, siempre y cuando él se fuera con ella.

―¿Qué? ―Así que es eso.

―Se supone que no debía decirlo, pero creo que es mejor romper la promesa que le hice a ese tonto, a que creas que Seung es un maldito sin corazón. Puede que en un tiempo lo fuera, pero Sid ―dice tomando mi mano―, le importas demasiado y por eso lo ha hecho.

―Pero...

―Lo hizo por ti, Sid ―reitera―. Para protegerte y darte la oportunidad de tener una nueva vida. ¿No lo entiendes? Evitó que tu ex se saliera con la suya y te aseguró un futuro. Quizás no de la mejor manera, pero ahora eres libre. ¿Entiendes?

―No, no lo entiendo. ―Quiero llorar de frustración. ¿Por qué Claudia me ha hecho esto? Es verdad que fui la favorita de mis abuelos, pero mis padres le querían. Aunque ahora que lo reflexionó, se esforzó tanto para complacerlos y ellos seguían interesados en el dinero que obtendrían y que seguro les ayudo a irse de viaje después de que me casara. Pensar en eso no sirve de nada de todos modos, las cosas no se pueden cambiar―. Sera mejor que me vaya.

Me pongo de pie, dejando sobre la mesita la taza.

―¿A dónde piensas ir?

No había pensado en eso, todo lo que quería era dejar de sentir miedo, de sentirme perseguida por las malas intenciones de Min y lo que opinaran los demás. Pero nada de eso importa ya.

―No lo sé ―admito mirando por la ventana―. Ya encontrare un lugar.

―Sabes que puedes quedarte.

―Gracias, de verdad gracias por todo ―digo de corazón―, pero es mejor que comience a ocuparme de mi vida.

Ahora que estaré sola.

―Si necesitas algo, no dudes en venir.

―Gracias.

****

Los ojos se me llenan de lágrimas, inevitablemente. Me duele, no puedo evitarlo. Sobre todo porque sé que esta ella. A pesar de que una parte de mí sabe que fue para ayudarme y que quizás haya sido lo mejor, duele. No había manera de que estuviéramos juntos, no era correcto. No debía, pero no deja de lastimar.

Sin embargo, ahora debo abrir mi propio camino. Sentada sobre el retrete, dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas y que mi mano vaya a mi estómago, permitiéndome aceptar la realidad. Un hijo. Tiemblo de solo pensarlo. Podría estar feliz como cualquier mujer normal que lo descubre, pero no es el caso. No puedo. Este hijo podría ser producto de una violación y eso me aterra.

Una pasión peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora