Sid
Inmóvil en un rincón de la habitación espero. La enfermera examina las maquinas haciendo anotaciones y murmurando cosas que no logro entender, pero que aumentan mi inquietud. No obstante, espero en silencio hasta que se marcha, dedicándome una mirada tranquilizadora. Las horas se han hecho interminables, pero por fin he podido verlo. Aunque no es la mejor manera de encontrarlo, al menos es un alivio.
―¿Cómo te sientes? ―inquiero llenando el silencio, a pesar de ser consciente de la palidez de su rostro y del vendaje que cubre parte de su cuerpo. Verlo me hace estremecer, recordando toda la sangre que manchaba nuestras ropas.
―He estado mucho mejor otras ocasiones, pero no puedo quejarme ―susurra esbozando una pequeña sonrisa, al tiempo que alarga su brazo, mirándome suplicante.
No debería tomar su mano, no después de escuchar su afirmación. Porque ahora que lo veo a los ojos, recuerdo perfectamente sus palabras y entiendo lo que implican.
Me ama.
Sin embargo, necesito tocarlo, saber que es real, que está aquí, vivo. Me acerco despacio, permitiendo que tome mi mano.
Cierra los ojos un segundo y suspira como si el toque lo hiciera sentir mejor o lo reconfortara.
―Creí que morirías ―susurro dejando ver mi vulnerabilidad. Él ha visto más de mí que cualquiera otra persona, así que no importa.
―Yo temí por ti ―admite, sus ojos clavándose en mi cuello, en el parche que aun llevo. Su gesto me provoca una punzada de culpabilidad.
Realmente no temí por mí, sino por él.
―Seung, no debiste hacerlo ―niego acortando la distancia―. No debiste.
―¿Y permitir que te lastimara?
―Si. ―No me habría importado. Mi vida es un completo caos y suficientes remordimientos tengo como para sumarle algo más.
―¿Tan mal concepto tienes de mí? ―pregunta dolido. No entiende―. Te dije que estaría cerca por si me necesitabas. Que estaría para ti.
―Lo sé y no es que tenga un mal concepto tuyo. Pero nadie vale tanto como para arriesgar tu vida.
Ni siquiera yo, quizás mucho menos que nadie.
Suspira, acariciando mis dedos.
―Tú lo vales para mí.
―Seung... ―Su afirmación agita de nuevo mi corazón, pero no debe ser así. No después de lo que ha pasado.
―Toda tu vida te has menos preciado, Sid, pero eres una mujer que vale mucho. Eres maravillosa.
―Supongo que para el sexo... ―farfullo recordando sus palabras, todas esas noches que pasamos juntos.
―No ―niega con firmeza―. Sé que se supone me acerque a ti por eso, pero he aprendido a ver más allá de lo que muestras a todos. Sé quién eres.
―No deberías. No soy buena.
―Deja que sea yo quien lo decida.
―No, porque no lo ves y justamente eso te ha llevado a esto ―señalo la cama del hospital.
―No...
―Enrique no piensa igual ―aseguro sin darle oportunidad de réplica.
―¿Qué? ―Me mira confundido y por un momento dudo de que sea buena idea, pero él tiene que saberlo.
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Una pasión peligrosa
Novela JuvenilTodo el mundo me recuerda lo afortunada que soy. Pues tengo un marido ejemplar, es guapo, amable, fiel y muy rico. Me tiene viviendo como a una reina. Soy feliz, no lo puedo negar. Min es dulce a la hora de sexo y siempre me dice que me ama. Yo tamb...