Nicolás.

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Narracion Nicolás.

Me preguntó por qué hacen tanto alboroto los jóvenes, ¿Acaso ya han descubierto a Katerine? No eso no es, si fuera así Willa estaría aquí conmigo discutiendo el por qué no les dije que Katerine es mi sucesora, gritando por todos lados como es que no se dió cuenta desde que la había visto, además de que Wynter estaría revoloteando por todos lados decorando toda la cueva para Kate, no este alboroto no era por eso.. olfatee el aire y me di cuenta que venían con una humana, sin embargo no era Katerine, mis chicos son muy cuidadosos y no traerían aquí a nadie que no fuera de su confianza, por lo que mi curiosidad gano y quise echar un vistazo para saber quién era la humana a la que habían traído, antes de llegar los más jóvenes anunciaron mi llegada, claro que la humana no se enteró, pude ver cómo Wyatt le mostraba a la humana la profecía que hace tiempo debía destruir, pero me recordaba tanto a mi bella musa, que la había dejado, según recordaba la había escondido bien, parece que no fue así, ya estaba un poco dañada la visión por tanto tiempo pero aún se escuchaba el hermoso aullido del amor de mi vida, aún se veía su hermoso cabello, no podía evitar sonreír iba a irme pero escuché pasos y me quedé a ver qué pasaba, ¿había venido Katerine? ¿Por qué se escondía? Vio a los chicos unos minutos para después irse, ¿Por qué había venido solo por eso? No se fue por qué creo que capto una conversación de dos lobos despistados que se habían quedado casi a un lado de ella, cuando se fueron decidí acercarme pero vi como se iba a ir, sin embargo note como sus ojos estaban cristalizados, me apresure y la sujete fuerte del brazo con mi mano libre le tape la boca, antes de que me golpeará y pudiera gritar alertando a mis lobos, le hable al oído, al momento de escuchar mi voz sentí como se había estremecido.

– ¿Cuántas veces te he dicho, que es malo que espies? Sales más dañada tu que los demás.

Le di la vuelta y por fin pude ver a mi pequeña Katerine, estaba igual de hermosa como la última vez que la vi, le retiré poco a poco mi mano, sentí como en mi cara se iba instalando una pequeña sonrisa exclusiva para ella.

– Ni.. Nicolás..

En cuanto pronunció mi nombre soltó sus lágrimas, y me abrazo casi de inmediato, ocultando su rostro en mi pecho, mi pequeña necesita desahogarse, la tome entre mis brazos cargándola al estilo princesa y la lleve a mi hogar que por suerte estaba lejos de la cueva, aunque no tanto por si ellos me necesitaban, pero al menos no la escucharían con tanta claridad, ellos estaban haciendo su escándalo y si la escucharán les ordenare que no se acerquen aquí, me senté en mi cama dejándola a ella en mi regazo, le acaricie la cabeza con mucho cuidado, como si se fuera a romper en cualquier momento.

– Suelta lo todo, no escucharán nada, lo prometo.

No lo pensó y se hecho a llorar entre mis brazos, sujetando con fuerza mi camisa con una de sus manos, seguí acariciando su cabeza con la misma delicadeza aunque la bajaba hasta la mitad de su espalda, y volvía a regresar al inicio. Ella me necesitaba eso lo sabía bastante bien, algo había pasado pero no aún no era momento de preguntarle, luego de un rato se calmo y se limpio un poco con mi mascada, luego ella me miró algo sonrojada por el llanto.

– Lo siento.. - susurró. -

– Está bien pequeña, debió ser algo duro, para que lloraras de esa forma, no llorabas así desde ese día.

– Es que.. se.. acumularon las cosas, no podía aguantarlo más.. creo que sí lo aguantaba aún más iba a explotar.

– Que bueno que aparecí entonces. - puse una pequeña sonrisa de lado. - ¿Que te ocurrió pequeña? ¿Que fue lo que pasó, para que en tu corazón haya tanto dolor? - Vi como bajo la mirada. - no tienes que responderme ahora, si con eso te sientes mejor lo aceptaré y lo sabes peque.

Hermana de Eliza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora