CAPÍTULO 25

412 44 30
                                    



—¿Si vieron lo que yo vi? Por favor díganme que no aluciné —Habló Sandra aún anonadada mirando por donde se había ido el hombre—Y es de mi estatura, ay no chicas, creo que hoy conocí la verdadera belleza del hombre.

—Ay mija, claro que lo vi también ¿Si vieron ese porte? ese andar tan... y ese acento exquisito, Ay...—Levantó las cejas y se mordió el labio— es todo un doble triplepapito, Sandra, no cabe duda—Miraron las dos a Betty con Picardía— Pero no nos hagamos ilusiones, él ni siquiera nos dio la hora, vino directo donde Betty.

—¡¿Dónde mí?!—Exclamó Betty con sorpresa y se apresuró a negar con una sonrisa burlona— Ay no vean cosas que no son por favor, chicas—La miraron con obviedad — Solo...Solo me habló porque me notó triste y ya ¿O no escucharon?

—No va a negarnos a nosotras que ese triplepapito se fijó en usted, y tampoco puede negar que está todo rico y delicioso— agregó Sandra, moviendo sus manos con emoción.

—Mmm... ya, sí está bien—Dijo Betty con media sonrisa derrotada y negó lentamente con vergüenza— Está bien, no lo voy a negar; es bien parecido el hombre— las chicas se rieron con picardía a la par que regresaban su vista al ascensor por el que se había marchado— Pero no más hermoso que mi Armando—aclaró con especial atención y las chicas rodaron los ojos.

—Ay no sea boba, Betty, que no porque vea a alguien guapo, usted le será infiel a don Armando. Los ojos están para mirar y si puede alimentar la vista, hágalo cada vez que pueda y sobre todo cuando son paquetes internacionales, no sea boba.

—Si, Betty, Aura María tiene razón esta vez; alimente la vista que de seguro a ese hombre no lo veremos mucho por acá, y por mirarlo usted no dejará tampoco de amar a su hombre—Agregó Sandra con aires de nostalgia—Ojalá algún día un hombre como él, se fije en una mujer como yo...

Alegaron un par de minutos más sobre aquel hombre misterioso para ellas y entre risas, Betty y Sandra se fueron dejando a Aura María trabajando mientras que ellas volvían al taller para contarles a las demás sobre la aparición divina internacional que estaba en la empresa.

>>>>>>>>>>>>>

—Ya estoy aquí, amigo, ahora contame todo... ¿Qué es esa boludez de que te casas? ¡Y con la loca de Marcela además!

Ricardo había sido compañero de internado de Armando, Mario, y por supuesto, de Daniel Valencia. Los cuatro eran muy buenos amigos hasta que llegó el terror Marcela.

Él también la odiaba y con todo su ser, por encima o casi tanto como Armando, pues Marcela muchas veces intentó involucrarse con él para intentar darle "celos" a Armando, algo que por cierto, jamás logró. Armando no le daba ni la hora, y para qué mentir, él tampoco; siempre la encontró ridícula y rebajada.

Pero fue tanta su insistencia, que Ricardo tuvo que hablar con Daniel y pedirle que hablara con su hermana para que detuviera su acoso; ella dentro de su enojo no supo más que decir, para quedar como mujer inocente y víctima ante su hermanito, que Ricardo se había obsesionado con ella al punto de intentar abusarla sexualmente.

Este fue un hecho más para que Daniel se terminara por alejar de los tres con esos pensamientos tan errados en su cabeza.

Tomó un sorbo de su bebida, para volver de sus recuerdos y continuar con su plática.

DÉJAME AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora