CAPÍTULO 26

408 46 59
                                    

Tocaron la puerta por tercera vez y Betty negó lentamente mientras se envolvía por completo en sus cobijas de nuevo. Hacía horas que todo el mundo estaba en pie para hacer su trabajo y ella simplemente se había esmerado por permanecer en cama sin ganas de nada.

Era el día de la fiesta de compromiso y odiaba todo a su alrededor, sobre todo porque el imbécil de Armando no se había dignado a aparecerse frente a ella en ningún momento e incluso cuando ella lo iba a buscar, rompiendo con su orgullo y ego herido, él no estaba.

Lo último que cruzaron fue esa discusión frente a todo su taller por sus celos estúpidos y él ni siquiera había mostrado indicios de querer disculparse, ¿pero cómo iba a poder? ¡Si estuvo de compras con su estúpida prometida!

—No me pienso levantar de acá, Patricia ¡Ya váyanse por favor!— Pidió con un tono cansado y cerró los ojos, dispuesta a aislar el ruido para quedarse dormida de nuevo.

—¡Beatriz Aurora! ¡Ni sueñes con que voy a dejar que te pudras en ese cuarto cuando deberías estar en pie y seguir como si nada con tu vida o al menos intentarlo!— Gritó Patricia, entrando con molestia después de haber tenido que forzar la cerradura con ese truco que Nicolás le había enseñado cuando eran más chicos y querían entrar a la bodega de la comida.

Le quitó las cobijas de encima de un tirón, lanzando a Betty fuera de la cama.

—Tú te vas a bañar y vas a seguir trabajando como cualquier otro día, ¿me escuchas?—Sentenció, levantándola del suelo con dificultad para después arrojarle su ropa a la cara— Deberías estar contenta por el trato que has hecho con la tienda del centro del pueblo. No cualquier día te aceptan un contrato de un vestido al instante con unas ganancias de impacto, Betty. Este es tu primer paso como diseñadora y mira como estás, muriéndote por algo que no es real.

Betty el día anterior se había decidido en llevar el vestido que terminó a la tienda y la dueña quedó tan fascinada con su diseño que se lo aceptó, donde de inmediato se interesaron por él y pagaron el doble por él.

Ahora el problema era que la dueña le estaba pidiendo más vestidos ya que las clientas que no alcanzaron le estuvieron solicitando más modelos....

—¿Tampoco es real que no viniera a verme después de todo lo que pasó con Nicolás? ¿No es real que prefirió irse con su prometida de compras que hablar conmigo?

—Ya te dije que ella lo amenazó con averiguar quién era su supuesta querida, Betty. Y sabes perfectamente que Armando jamás permitiría que nadie te tocara un sólo pelo, no puedes simplemente olvidar todo lo bueno por un par de inconvenientes.

—No son sólo un par de inconvenientes, Patricia, sabes que es mucho más. Sabes que me da miedo convertirme en la insoportable e insufrible de la situación. No quiero quedarme para ver cómo es que se termina enamorando de ella, no puedo.

—¡Es que eso no va a pasar! ¡Grábatelo bien, Beatriz Aurora! Te lo ha dicho él mismo y todo el maldito mundo y aún así no te cabe en la cabeza— La tomó del brazo con fuerza y la empujó fuera de la habitación, en dirección al baño— Te quiero lista en diez minutos, no me hagas bañarte también porque sabes que soy capaz de hacerlo.

Betty esbozó media sonrisa y entró al baño con desgana. Lo que Patricia no sabía es que Betty ya había visto el periódico de espectáculos del día anterior, en dónde se había publicado una foto de Armando con Marcela de compras y ambos se veían muy pegaditos y sonrientes.

DÉJAME AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora