CAPÍTULO 30 (PARTE 1)

443 46 95
                                    



—Así como lo oyes, Margarita, Camila está enamorada y ni más ni menos que de un vendedor de Ecomoda...— Margarita abrió ligeramente la boca sin poder articular alguna palabra por al menos un minuto.

—Es que no puedo creer lo que me estás contando, Marce, pensé que esta muchacha saldría más astuta que Armando y veo que por segunda vez me equivoqué— se sentó en su sofá, mostrando bastante preocupación. Pensó que su hija al menos tendría la cordura de relacionarse con gente de más clase y no con un muerto de hambre como lo era la bandida de Armando.

—Pues ese hijo tuyo es otro más, ni te imaginas como lo pillé está mañana con las empleadas. Estaba en los talleres haciéndose el galán y bailando con una de esas viejas costureras que babean ante un hombre guapo, me pareció un acto de lo más bochornoso—Margarita tomó un sorbo de su taza de café mientras meneaba la cabeza hacía ambos lados reprobatoriamente.

—Estos hijos míos son mi tormento; Armando desde que era pequeño le encantaba pasar el tiempo entre las costureras y vemos que con el pasar de los años eso no cambió. Yo no sé qué hice mal, hija, con estos críos para que me paguen de está forma. Les he pagado las mejores escuelas de España y Estados Unidos respectivamente, fueron educados con los valores de la alta sociedad...

—La culpa no fue tuya, Margarita, fue de Roberto que los crió de esa forma; sin imponer su presencia ante los empleados para demostrarles quién manda— Margarita dejó su taza en la mesa de centro y se cruzó de piernas.

—Ahora cuéntame bien ¿Qué es eso de que Camila está enamorada? ¿Tú cómo te enteraste de esa atrocidad?

—Pues como te dije, está enamorada de un vendedor de ecomoda, un tal Nicolás por lo que alcancé a escuchar... —Contestó con un tono lleno de asco y desdén...

—Camila, usted tiene mucho que contarnos y no se haga —Sandra había interceptado a Camila justo afuera de los probadores. Ella había subido porque tenía que realizar unos ajustes a un traje de un cliente y tenía que aprovechar ahora que la tenía enfrente con lo poco que había estado bajando últimamente a los talleres.

—Ay Sandra, ¿Qué podría contarle? Si yo me la paso aquí trabajando como china. Además de hacer mis diseños y ayudarle a Hugo con los suyos, no tengo demasiado de mi vida cotidiana que usted o el resto no sepan.

—No se haga la boba que la hemos visto como anda en secretillo ahí con ese vendedor que esta ahí que no deja de mirarla. Si los hemos visto muy pegaditos a cada rato y risa tras risa...—Ambas dirigieron su mirada a Nicolás, que se mantenía con una sonrisa boba mirando a Camila; había encontrado el pasatiempo perfecto, pero justo ahora se lo estaban interrumpiendo porque tenía que desviar los ojos para no darle problemas a Camila.

Aura María por su lado los miró y decidió acercarse a las chicas, llena de curiosidad por lo que estaban hablando con tanta insistencia sin dejar de mirar a Nicolás.

—Quihubo, ¿Qué secretean tanto? —preguntó con un tono de voz bajo y Camila negó despacio.

—Pues es lo que quiero descubrir, Aura María, ¿Qué tanto secreto hay en torno a Camila?—Sandra volvió su mirada a Camila instando a que hable.

Camila miró a Aura María, que mantenía un rostro de nostalgia; pensó que seguro era por lo no vivido con Nicolás ya que lamentablemente no había sabido valorar a ese gran hombre que cada día se esforzaba para ganarse un espacio más grande en su corazón.

DÉJAME AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora