Capítulo XXI

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Se iniciaron los trabajos para la reconstrucción del reino.

Para ese entonces, ya todo el continente estaba al tanto de la invasión de los demonios, el cual fue un tema que se habló durante varios días y donde los monarcas trataron de entender por qué el ataque se concentró en el vecino Reino de Paradis y no pasó por sus naciones como hace 16 años.

Era una cuestión bastante peculiar e intrigante a su parecer, pero independientemente de ello brindaron su apoyo a su homólogo y enviaron equipos especiales para que colaboraran con el levantamiento entero de la ciudad capital que había quedado completamente en ruinas.

Los pueblos de los alrededores apenas y sufrieron daños, por lo que fue más fácil la reparación y el regreso a sus actividades normales basadas principalmente en la agricultura. Esto ayudó a que el abastecimiento de alimentos no se viera fuertemente interrumpido, y con la ayuda extra de los reinos e imperios vecinos, no les hizo falta nada a las personas que se encontraban en albergues provisionales a la espera de un nuevo hogar donde vivir.

La mayoría de ellas sufrió un severo impacto psicológico que se manifestó en pesadillas y comportamientos inusuales de alarma permanente. Era de esperarse ya que nunca antes se había visto tanta destrucción, y si a eso se le sumaba las pérdidas humanas comparables con las de una peste, el panorama era mucho más devastador y desolador.

Esas eran las consecuencias de una guerra sin precedentes con enemigos que iban más allá de lo convencional, pero a pesar de ello las ganas de salir adelante fueron mayores, poniendo todos de parte para reconstruir su amada ciudad y verla renacer como el mítico Ave Fénix, desde las cenizas.

Los reportes de avance escritos por los ingenieros a cargo llegaron la primera semana a las manos del soberano. Este los detalló y se asombró con lo rápido que se estaba construyendo la infraestructura básica, dando su visto bueno y persuadiendo a los ingenieros para que no bajaran el ritmo.

Las reparaciones en el palacio no se quedaron atrás. El ruido proveniente del uso de las herramientas y material acompañó a los residentes durante algunos días, formando parte de su diario vivir, pero debido a que el nivel de daños no era significativo, los trabajos finalizaron pronto y los obreros pasaron a prestar apoyo en la ciudad.

Poco a poco el rostro de esta iba cambiando, y ello motivaba a sus habitantes a seguir trabajando con nuevos bríos en su retorno a la normalidad.


***


Pasaron dos semanas y Mikasa todavía no daba signos de reacción. Inmóvil en su cama, empezó a mostrar un leve adelgazamiento producto de la falta de alimentos sólidos, y aunque los episodios de fiebre, convulsiones y pesadillas se habían reducido hasta desaparecer, esa deteriorada imagen pasó a ser la mayor preocupación a pesar de los intentos del médico real de aportarle nutrientes mediante vía intravenosa.

La situación tenía los ánimos de todos en vilo, en especial al considerar la remota posibilidad de que no despertara nunca. No querían pensar en el peor escenario cuando se hizo todo para liberarla de la maldición, pero dado su estado era imposible a pesar de que primaban más las oraciones y los deseos de tenerla de vuelta.

No quedaba más que seguir aferrándose y ser pacientes, esperando a que su voluntad y la de los dioses permitieran su regreso junto a los que más amaba.

Por otro lado, y dada esa realidad indefinida que no veía un final cercano, la cuestión del compromiso se pospuso hasta próximo aviso. Los reyes de Liberio, si bien habían prometido esperar a que el diagnóstico de la princesa mejorara, fueron conscientes del panorama desalentador y optaron por regresar a su reino ya que no podían dejar de lado sus obligaciones por mucho tiempo.

ENTRE CEREZOS Y ROSAS NEGRAS (RIVAMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora