Capítulo 23

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Parte VII: Decadencia

Capítulo 23

La mentira es como un granito en la cara, por más que lo maquilles o lo cubras siempre estará ahí, a no ser que lo trates de manera eficiente para que este desaparezca y en este caso el tratamiento y cura es la verdad.

Alessandra junto a su familia estaban viendo a la mujer que antes la había golpeado arrodillada frente a ellos, por su parte su madre hacía todo lo posible para que esta se levantase, pero esta se negaba a hacerlo, puesto que andaba pidiendo perdón; así mismos se veía como el padre de Sandy arrastraba a su propia hija hacia Alessandra que estaba juntamente con su padre que la abrazaba a manera de protección.

― Mi hija esta preparada para pedir perdón.

...

Ambas estaban en el patio sentadas, y Alessandra por protección se sentó a 1 metro de distancia de la pelirroja, a lo lejos estaban sus padres que las observaban por si cualquier cosa podía ocurrir.

― Mentiría si digo que lo lamento en su totalidad... ― empezó Sandy son una mueca asemejándose a una sonrisa, Alessandra la observó detenidamente, tenía ambas mejillas rojas, así mismo se detuvo a ver su vientre.

― ¿Cuántos meses?

― Ya casi serán tres... ― respondió entendiendo que se refería a su embarazo.

― ¿Por qué lo hiciste?

― Hice muchas cosas, Alessandra, tienes que ser más explícita en tu pregunta.

― ¿Por qué me echaste la culpa? ¿Qué te hice yo? Pensé que éramos amigas... ―  empezó a reprochar.

― No somos buenas amigas Alessandra ― sonrió amargamente ― creo que siempre te... odié.

― ...

― Mi padre es pastor de una iglesia, nunca deja que sea yo misma, desde pequeña, siempre, reglas y más reglas, cuando íbamos a fiestas yo me cambiaba a una cuadra detrás de los basureros, porque salía de casa con una falda larga y un abrigo inmenso, diciendo que iba a una sesión de estudios o a una reunión de jóvenes adoradores. Mi padre nunca me celebró un cumpleaños, no fue a mi graduación de la guardería ni de la primaria, tampoco pensaba asistir a otros eventos importantes para mí, porque según él, son cosas mundanas que no deben celebrarse. ―  indicaba mientras cada uno de sus recuerdos del pasado se presentaban ―  Cuando éramos más chicas, pensé que eso era normal, hasta que fui a tu casa, y miré la familia que siempre quise, un padre que me cumpla mis caprichos, una madre que me mime, y hasta una hermana como la tuya.

― ...

― Pero nada, absolutamente no tenía nada de eso...―  indicó mientras lentamente empezaba a guardar silencio esperando una respuesta de su compañera, y como no fue el caso, prosiguió ― Te odiaba por eso... hasta odiaba cuando te quejabas que tu padre no te había comprado algo o había llegado tarde a tu celebración de cumpleaños... odiaba cuan bonitas eras ante los demás atrayendo miradas que yo soñaba tener, odiaba cuando te portabas amable con los demás, es por eso que empecé a influir en ti...

Alessandra estaba confundida, no sabía dónde mirar, no sabía ni el que decir ― No sé qué decir...

― Pues deberías decirme que me odias, después de todo, yo levanté varios rumores sobre ti, yo hice que te volvieras una bully, yo hice que todos pensaran que tenías un amorío con el profesor. Me sentí mal cuando estabas siendo golpeada pero después me alegré, porque tus padres ya no te querían... nadie lo hacía, sin embargo, ― tomó una pausa y empezó a derramar lágrimas ― seguías atrayendo personas a ti.

La chica de RellenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora