Capítulo 2

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Parte I: La Rechazada

Capítulo 2

Su vida no iba a ser destruida y menos por una chica bajita, con aquel peinado de Dora la exploradora, y además de todo caminando con aquellos kilos de más.

Hace una semana su mejor amigo le había dicho que estaba saliendo con aquella chica insignificante, y ella se había puesto a buscarle defectos a la muchacha, podía escribir varios libros sobre cada parte defectuosa de su cuerpo, empezando desde el cabello y terminando en sus tobillos.

¿Cualidades?

No, Alessandra no buscaba eso, nadie lo hacía, no tenía porque comenzar ella.

Pero...

Gael la amaba, amaba a aquella chica, aquella pequeña bolita de grasa, aquella chica tímida, aquella chica que se hacía a un lado para que otra pasase, que levantaba la basura de otro, que si chocaban con ella era ella quien pedía una disculpa, aquella chica... ¿Cómo podía amarla tanto? ¿Dónde se habían conocido? ¿Acaso le hizo un hechizo? Un hechizo... era eso, ¿qué otra cosa más podía ser?; no podía sacar más conjeturas, se había hecho tantas preguntas a cerca del noviazgo de su amigo, y ninguna había sido respondida.

Y lo demás era normal, él como su mejor amigo venía a recogerla como cada mañana, pues la casa de su amigo estaba junto a la suya. La dejaba en la puerta de su aula, la acompañaba en sus tiempos libres los cuales eran en las noches pues este estaba ocupado, la escuchaba en todo momento, como siempre. Pero...

¡Pero ya nada era lo mismo!

Hace más de dos meses lo había notado, ¿Cómo no se dio cuenta? Era obvio que su amigo estaba pasando menos tiempo con ella, de una u otra forma ponía excusas para dejarla. Es porque estaba cortejando a la muchacha esa.

¿Y ahora? Ella estaba sola, lamentándose por su suerte, sentada en aquel polvoriento pasillo ancho que apenas estaba iluminado por la única ventana de ahí y que por cierto a nadie se le ocurría pisar, ¿Por qué? porque decían que estaba embrujado, a Alessandra eso no le importaba, pues si tenía que llorar lo haría y nadie la vería, y menos su pequeño grupo de "sirvientas", que irónicamente eran sus amigas.

― ¡Odio a las niñas como ella!¡Odio a las novias de Gael! ― gritó a si misma, total nadie la escucharía, o eso es lo que creía ella.

―¿Puedes callarte? No me dejas oír mis propios pensamientos....

La habían callado, nadie solía hacerlo.

¡Un momento! Se supone que ella estaba sola, después de todo no había nadie cuando llegó al lugar, y miró por todos lados, nada. ¿Era un fantasma? ¿Todas esas leyendas a cerca de un fantasma eran cierto?.

― ¿Quién eres?¿Qué haces aquí?¿Qué quieres de mí?preguntó, después de todo nadie venía a ese lugar, se repetía a si misma, auto-convencimiento.

― Soy un simple chico, vengo escuchando tus estúpidos murmullos desde hace una semana, y no quiero nada de ti, sólo eres una molestia. ― respondió y luego bufó.

Alessandra estaba confundida, y además empezaba a tener miedo― ¿P.Por qué...n.no te muestras? No te tengo miedo ― mintió.

― ¿Miedo? ― dijo aquella voz, perteneciente a la de un adolescente, esas historias donde decían que un chico se había tirado desde la ventana de ese pasillo, o que se había suicidado en el mismo, unos decían que el portero había cerrado el colegio un viernes y vuelto un lunes en la mañana, y lo encontraron muerto o cosas así.

―Sí, miedo... solo ¡muéstrate! y... y... deja este colegio, ¡bu...busca tu.u ca.camino hacia la luz!― Tenía miedo, ¿y quién no?

En aquél pasillo había unos botes de basura de esos grandes, igual empolvados, del cual un chico alto con el cabello negro, que de cierta forma cubría sus ojos, más su uniforme escolar salía detrás de aquellos botes de basura, aquella piel pálida no le ayudaba en su aspecto fantasmagórico.

La chica de RellenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora