Parte I:
LA RECHAZADA
Capítulo 1
Hermosa.
Esa es la palabra que la define. Desde que era una niña Alessandra venía siendo mimada por todo aquel que la conociera, tenía un hogar bello, un vecino y mejor amigo al que había amado toda la vida.
Esa mañana simplemente se veía hermosa.
Le diría aquellos sentimientos a Gael, su mejor amigo, y pronto su novio; aún no recordaba como se había enamorado de él, tal vez era cuando ella tenía 10 años y le había dicho lo hermosa que se veía sonriendo, a pesar de estar en esos momentos algo pasada de peso. Desde ese día su corazón no había dejado de latir cuando estaba junto a él. Y hoy se lo diría, ¿Cómo rechazar a la chica más popular del Instituto? No había manera.
Una vez más se miró al espejo, aquellos labios rojos y carnosos, esos pómulos afinados y correspondientes a su rostro perfecto que irónicamente era simétrico, esa pestañas largas y tupidas envidiadas por todas, esos ojos azules que iba muy bien con su tono de piel blanca, su cabello largo y negro amarrado en una coleta alta, donde dejaba ver su hermoso cuello. Aquella blusa blanca ajustada a su cuerpo para muchos y para ella misma, perfecta.
Además de hermosa, era perfecta.
Sonrió ante el espejo.
― ¡Ale...! ¡Ya llegó Gael por ti! ―era su madre, su bondadosa madre, que sin ella no hubiera recibido tal belleza. ¿A dónde la llevaría Gael en su primera cita? ¿Cómo serían sus hijos? ¿Tendrían aquellos ojos azules de ella o aquellos negros de él? ¿Serían tan bellos como ella? Esas eran unas cuantas preguntas que se hacía esperando un futuro al lado de su querido mejor amigo y futuro novio, eso por no decir esposo.
― Alessandra.... Alessandra...― dijo aquel chico que le quitaba el aliento tantas veces era necesarias, tenía el mismo uniforme que ella, con la excepción de que ella llevaba una falda oscura a cuadros con cinco dedos por arriba de la rodilla. Él la miró de pies a cabeza, por un momento se sintió incómoda, eso no le pasaba con nadie a excepción de él, ella amaba que todos se le quedasen viendo. Pero él.... él era diferente, quería estar más que perfecta a su vista. Cómo cada chica enamorada. Y más de aquél castaño.
Ella se puso más a su lado y con una sonrisa coqueta le dijo. ― ¿Por qué me miras tanto? ¿Acaso te gusto?
Ella esperaba un rubor por parte de él, como cuando eran niños. Pero ya hace mucho que no lo hacía solo le miraba serio y soltaba unas cuantas carcajadas. Y hoy no.era la excepción.
― ¿Gustarme tú? No gracias, ¿para qué me dejes con el corazón roto después?, yo paso.
Y se puso a caminar e inmediatamente ella lo siguió. Por un momento Alessandra se sintió dolida, pero luego sonrió, porque ella lo sabía él la amaba como ella lo amaba a él.
― ¿Gael?... ― Lo llamó, él la miró llamando su atención, él empezó a dudar por aquella expresión que había puesto ella. ― ¿No quieres decirme algo?...
Su pregunta casi lo hizo perder el equilibrio al caminar, él quería decirle tantas cosas, pero tenía miedo, tenía miedo de que ella se enojara con él por no haberle dicho sus sentimientos mucho antes, y ella solo esperaba a que él le dijera que lo amaba.
Gael empezó a frotarse la nuca, era lo que siempre hacía cuando estaba nervioso o lo habían descubierto ― Ale... tengo tantas cosas que decirte...
Ella empezó a emocionarse. ¿Estaba bien que se lo dijera en la calle? ¿Sería mejor si se lo dijera en el Instituto frente a todos? ¿Sería mejor si le dijera en un lugar privado? Había visto tantas películas de romance que no sabía por dónde escoger.
― ¡Espera! ― ella lo interrumpió ― sé que lo que me vas a decir es importante, así que debe ser en un lugar privado y cómodo.
― Esta bien... ― él iba a decirle cuanto la amaba, de eso ella estaba segura.
En cuanto llegaron al dichoso centro del saber, ambos se separaron, estaban en distintas aulas.
A sus 17 años ella iba a ser la chica más feliz del mundo, pues lo amaba desde que tenían 10, o eso pensaba. ¿Y por qué ella no se lo dijo antes? Simple, una chica tan enamoradiza no podía ser la primera en declararse, ella era la protagonista de su historia y él era su coprotagónico, y declararse estaba fuera de sus costumbres, es por eso que si un chico le pedía salir ella aceptaba, dándole 1 semana para que la enamorara y sacara de sus pensamientos a aquel chico que era su mejor amigo, si no lo conseguía inmediatamente lo desechaba, ella no era mala ni nada de eso. Solo los dejaba de una manera amable y cariñosa, donde estos aceptaban sus sentimientos y estaban felices de haber salido con ella.
Había pasado la mañana de clases, rápido para algunos, pero para Alessandra había sido una eternidad, en cuanto había acabado, guardó sus cosas con paciencia frente a los demás, pero en realidad estaba ansiosa de ir a su encuentro.
Gael le había pedido el favor de venir al aula 3B. No sabía el porqué, pero tampoco le importaba. Al llegar solo vio a una chica rellenita y bajita guardando sus cosas, aparte de eso el aula estaba vacía.
Claro. Era el aula más vacía, y quería algo privado. Pero no lo sería si ella seguía ahí, tomó aire, fue hasta ella, y fue ahí que la reconoció, era aquella chica molestada por su grupo, la habían insultado en su ausencia, al parecer no tenía amigas o amigos, pues siempre caminaba sola, dos o tres veces ella misma le había puesto el pie, para luego pedirle disculpas hipócritas. Los cuales las aceptaba con una sonrisa.
― Hola. ― dijo con gracia.
La chica de menor estatura, levantó la vista, miró a su rededor, sonrió y respondió al saludo; y de nuevo le parecía patética. ¿Y cómo no? Con esos dedos gruesos sujetaba su mochila.
―Em... ― Alessandra empezó a dudar en pedirle que se fuera de buena manera, pues su aspecto le parecía un poco repulsivo, le recordaba a ella misma cuando era más chica, y eso lo odiaba.
― Necesitas... ¿necesitas algo? ― le preguntó amablemente, y eso le molestó aún más, quería gritarle que se fuera, pero no, guardo esos pensamientos.
― Es que... un amigo me dijo que viniera acá, y dijo que el lugar estaría vacío y...
Con el rostro totalmente asombrado y avergonzada, recogió sus cosas pidiendo disculpas, y salió del salón. Ella no pensó que sería sencillo. Se sentó en unos de los asientos del lugar y esperó; o mejor dicho soñó con su precioso futuro junto al chico que amaba.
Hasta que escuchó pasos acercarse, estaba emocionada e inmediatamente giró su cabeza para encontrar a aquel con el que estaba soñando hace unos minutos, pero...vio como la chica que había salido corriendo haces unos minutos atrás volvía a entrar. Alessandra levantó levemente la ceja derecha en forma de reproche hacia ella.
― ¿No que te ibas? ― preguntó bruscamente, pero había sido su error, su amor de la infancia venía entrando en el lugar de su encuentro, detrás de ella, se puso a su lado, entrelazó suavemente sus largos y delgados dedos con aquellos pequeños y regordetes.
¡¿Qué...?!, quería gritarle a aquella chica que suelte esa mano, que eran de ella, que deje de sonrojarse, que deje de acercarse lentamente a su amigo, que se aleje de él, que...
― Ella es Laura, es mi novia. Estamos saliendo hace menos de un mes.
Un mes...
― Necesitaba decírtelo, me sentía muy mal por ocultártelo. Alessandra, me siento mejor con que lo sepas. ― sonrió, él estaba complacido, se sentía libre, y más aún si su mejor amiga lo sabía.
Y ella, Alessandra estaba en un completo trance, del cual salió, todo el tiempo pensó que él iba a decirle esas palabras bonitas que quería oír, pensó que le iba a corresponder aquellos sentimientos que no se había animado a decir, y pensó muchas cosas más, y ninguna importaba porque él ahora ¡estaba saliendo con Dora la exploradora!
Y ahora, ella se sentía estúpida, la más idiota de todas, sentía unas grandes ganas de llorar, salir corriendo, el hormigueo en su piel era nuevo para ella. Y a parte indirectamente se sentía rechazada.
Era la rechazada.
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La chica de Relleno
Teen FictionAlessandra está enamorada de su mejor amigo de la infancia, ella creía que entre Gael, su mejor amigo, y ella podía surgir algo especial, como en las películas... Lo que no sabía es que no era la protagonista de su propia historia, y se autodenominó...