Capítulo 8

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Parte III: El escritor

Capítulo 8

La escena era completamente anormal.

― Podemos llamar al médico ― opinó la castaña, y su madre la reprochó con el simple hecho de mirarla.

En una habitación tan grande como esa tres individuos no se permitían a sí mismos ingresar, el padre: anonado por la acción que ejecutaba su hija mayor, la madre: buscando alguna explicación y la hermana: pensaba que estaba enferma. ¡Y todos en la puerta intentando que ella no se de cuenta de su presencia!

― Jajaja― rió, ella había reído, era el colmo. Había dos opciones para esa risa casual, una que realmente estaba leyendo el libro que tenía en manos y le había causado gracia, o dos que sabía que ellos estaban ahí y no pudo evitar reirse de ellos

― ¡Alessandra! ― inmediatamente la atención de la pelinegra giró hacia su familia por el llamado de su madre

― ¿Qué hacen ahí? ― una pregunta inocente de una persona distraída.

― Hermana― habló la castaña, tenía dudas acerca de su salud― ¿Qué tienes en la mano?

― Un libro― dijo mostrando la tapa de aquél libro azulado.

― ¿Lo estás leyendo?

― Sí.

― ¿Contiene dibujos?

― Ya quisiera― dijo un poco cansada― pero solo tiene letras y letras.

Y su querida hermana estaba en shock, su padre se acercó hacia ella y dijo lo más tiernamente posible.

― ¿Qué te llevó a leer?

― Mi amigo me lo prestó.

― Pero tú no lees.

― ¡Exacto! ― dijo con euforia. ― pero nunca había imaginado que fuera tan... tan...

―¿Divertido? ― acotó su madre.

― No, es más que eso ― dijo aún buscando una palabra que definiera su estado de animo además de su acción.

― ¿Papá, que es subyugar?― su hija estaba preguntándole, la emoción y lágrimas lo empezaban a invadir.

― Yo... yo... estaré para todas tus dudas ― dijo al momento que se sentaba en su cama junto a ella, y empezaba a explicarle.

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― ¡No puedes hacer eso! ― señaló enfurecida, si bien se había pasado el fin de semana leyendo sin apenas salir de su habitación mas que ir al baño o comer, no se había separado del libro, en ningún momento. Así que ya se imaginarán el estado del primer libro de una estudiante emocionada con su primer libro en manos.

―¿ Q.qué le hiciste a mi libro? ― señaló temblando, después de todo el libro estaba desgastado por las esquinas, se notaba que tenía algunas hojas dobladas, hasta podía jurar que algunas hojas sobresalía de él.

― Casi nada ― confeso mirando al libro y el estado en el que se encontraba.― Solo lo rayé un poco para decirte que partes me parecieron buenas, y cuales aburridas.

― Hiciste más que rayarlo ― confesó, ¿Molesto? No, no lo estaba porque él sabía las consecuencias de poner su preciado libro en manos de esa chica.

― ¡Eso no es lo importante ahora! ― volvió a gritar, si bien había dado el receso lo primero que hizo fue tomar el libro y correr a aquél lugar de encuentro, o por lo menos así ella lo definía, esperó a que él llegara, sentada donde siempre lo hacía, y en cuanto lo hizo empezó a gritarle siendo de costumbre que él no la entendiera sentándose en aquél casi frío piso.

La chica de RellenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora