Parte IV: La tormenta
Capítulo 13
Era casi fin de semana, una chica joven de 15 años estaba quitando de las uñas, con quita-esmalte, aquél color verde que recientemente se había pintado, pero no le gustó y por eso prefería rehacerlo. La luz solar cambiaba el tono de su piel a uno casi amarillo y fue que decidió que tendrían un tono azul, echó la mirada a la ventana que tenía en su habitación y observó como el sol estaba en su punto en el cual se sentía poderoso.
Pero poco duró su pequeña distracción puesto que oyó un fuerte golpe en la habitación de al lado, en el que su hermana moraba. Inmediatamente se puso sus pantuflas y corrió por si necesitaba ayuda o le pasaba algo.
― ¿Estás bien? ― le preguntó mientras lentamente entraba a la habitación. Una habitación alfombrada color rosa bebé, casi vacío, un librero igual casi vacío y al pie de este varios cuadernos y libros.
― Oh... eres tú, Vanessa... ― le sonrió ligeramente.
― Escuché algo y...
― Solo estaba ordenando mis libros ― respondió mientras levantaba algunos libros del suelo alfombrado, aquellos libros escolares algunos estaban rotos, otros rayoneados y otros, muy pocos, en buen estado.
― No sabía que papá te había roto los libros ― comentó mientras se acercaba a ayudar, tomó un libro que tenía cinta adhesiva para intentar remediar aquellas fallas.
― No fue él. ― respondió de inmediato ― algunos ya estaban así antes...
La menor posó la mirada en su hermana, observó aquellos ojos azules iguales al de su padre, carecían de brillo a diferencia del pasado y solo mostrando una infinita tristeza que cualquiera podría notar, sentía que tenía la piel más pálida que antes, miró sus uñas muy bien recortadas libres de algún color vivo de esmalte.
― Te noto triste ― le comentó y ella de inmediato dejo de moverse, pero unos segundos después continuó.
Y con una sonrisa contestó ― Claro que no, son imaginaciones tuyas... Quizá lo dices por mi cara de concentración. ¿eh?
― A mí no me engañas― dijo de inmediato― te conozco 15 años, es decir, toda mi vida.
Y tenía razón, era verdad que no se había llevado muy bien con su hermana, pero eran lo suficientemente cercanas como para saber qué actitud tenía. Y Alessandra también lo sabía así que decidió contarle.
― La verdad... ― dudó en proseguir, de inmediato echó un suspiro animándose a sí misma ― Sí, sí estoy triste. ― Dijo sintiendo como un pequeño bulto de su espalda desapareciera.
― Puedes contarme lo que sea, escucharé hasta el final... ― sonrió la menor ― para eso está la familia, ¿no?
Alessandra se le quedó mirando por un instante, memorizando cada detalle de su hermana en especial ese momento, era totalmente diferente a ella, tenía la tez apiñonada, un cabello castaño claro, unos labios delgados, ojos grandes color ámbar y una que otra peca en el rostro.
― T.terminé con mi novio... y... Gael continúa dedicándome miradas gélidas, me da miedo acercarme a Casper porque temo ocasionarle problemas, en el colegio me lanzan insultos de todo tipo... me dicen creída, mimada, zorra... y mucho más que prefiero omitir, en los recesos estoy completamente sola y... ― intentó no quebrar su voz― sé que mamá duda de mi inocencia y ni que... ni qué decir de papá...
― ¿Y qué hay de Tiffany?
― E.ella está investigando... o está buscando... la verdad no lo sé, no entendí. Y bueno... tampoco quiero ocasionarle problemas ― y las lágrimas empezaron a deslizarse por su rostro, y empezaba a desplomarse con cuidado al suelo alfombrado.
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La chica de Relleno
Novela JuvenilAlessandra está enamorada de su mejor amigo de la infancia, ella creía que entre Gael, su mejor amigo, y ella podía surgir algo especial, como en las películas... Lo que no sabía es que no era la protagonista de su propia historia, y se autodenominó...