Encuentro Fortuito

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Bajo del jet a toda prisa, mientras el capitán se despide con una sonrisa dibujada en su rostro. No parece que le haya molestado mucho mi cambio de planes, a pesar de la sorpresa inicial. Se estará frotando las manos el tío con la pasta extra que se va a llevar al bolsillo.

—¡Volveré mañana a las siete de la tarde! —exclamo mientras bajo a la carrera por las escaleras.

Un autobús frena al lado del jet y nos permite abordarlo —todo está saliendo de manera poco ortodoxa. La gente se queda un poco sorprendida al vernos abordar el vehículo en mitad de la pista. Algunos agarran sus móviles cuando me reconocen. Yo les sonrío y les pido disculpas por interrumpir su tránsito hacia la terminal. Es probable que algunos estén de escala y yo esté retrasando su conexión. ¡Espero que nadie pierda su vuelo!

Me hago algunas fotos con las chicas más jóvenes que luchan con el resto de los viajeros para inmortalizar esta inesperada aparición. Muchas me dicen que se alegran de que esté bien y eso me conmueve. Una apenas tiene diez años y ha sido consciente de mi crisis. Solo por sus palabras, ha valido la pena parar aquí.

Sigue sorprendiéndome la influencia que tengo en mis fans. Ellos se compadecen y comparten mis aflicciones y alegrías. Verme sonreír los anima y les da fuerzas. Estas fotos serán un tesoro para ellos durante años y por eso no puedo negarme a ellas. Tal vez esté más preparada para volver de lo que me imaginaba.

Me siento con la obligación de ser un ejemplo y me ha pesado esa responsabilidad como una losa durante mi abandono de los escenarios y de toda vida social. Mary me repetía que incluso mis momentos de bajón eran una enseñanza para ellos.

—No podemos tener a la gente ignorante de la realidad. Todos reímos y lloramos. Disfrutamos y sufrimos. Ambas son caras de la misma moneda. Que ellos lo vean en ti puede ayudarles a entender y aceptar sus propios sentimientos. No lo sientas como una carga. Úsalo como una oportunidad para que todos crezcáis.

Los más pequeños tienden a creer que la vida de sus ídolos es perfecta y carece de preocupaciones y problemas. Somos un ideal de lo que ellos quieren ser y alcanzar. No deja de ser algo que las compañías y representantes se han encargado de difundir porque, ¿quién quiere a una estrella que reconozca que tiene alguna situación de inestabilidad mental o física? Este es un mundo de apariencias donde tenemos que ser el epítome de la perfección. Y todo se complica más si eres mujer.

Todos te miran con lupa: si eres muy delgada o tienes más kilos de los que ellos quieren, si no te pones maquillaje para tapar tu acné, si tu pelo no es liso... Por suerte, la sociedad actual los obliga a ocultar sus instintos más xenofóbicos y machistas porque antes eras muy morena o tenías que comportarte como una perra en celo en tus videoclips si querías atraer la atención del público. ¡Claro! Tengo que convertirme en una estrella del porno para saciar los fetiches sexuales de la misma ralea de gente...

Perdona el exabrupto, como diría Kay. Lo que quiero que mis seguidoras vean en mí es a una mujer empoderada, segura de sí misma, que acepta que no sea perfecta —según los cánones egoístas de cierta mayoría, porque yo estoy muy contenta, hoy, de ser quien soy— independiente para elegir su camino en la vida y ser como quiera y hacer lo que quiera. Si quiero me visto provocativa, pero es para satisfacerme a mí, no a un hombre.

Y en este término, confieso que me arrepiento de una de mis primeras canciones —que no escribí yo, valga el apunte— cuya letra dice que quiero verme guapa para mi hombre. ¡No puedo creer que cantara esa mierda!

«Sí, todo muy bonito, pero tú eres una superestrella y para ti todo es más fácil». Cierto que la economía no debería ser un problema para mí; en cambio, tengo una sobreexposición que me deja sin la posibilidad de llorar mis penas en paz, sin que nadie me persiga y me pregunte: «¿Por qué cada vez que te vemos tienes esa cara de amargada?» o «¿Qué estás comiendo que últimamente te vemos más gorda?». Sí, todavía a estas alturas del siglo, te siguen haciendo preguntas tan desagradables como esas.

InvitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora