El Intérprete

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¡Parece que no hay forma de estar tranquila ni un segundo! Le estoy agarrando una manía insoportable a estas islas puñeteras...

Recién cuelgo de hablar con un abogado que apenas sabía inglés y yo no tengo ni puta idea de portugués —¿cómo se comunicó con Connor entonces? Tengo la esperanza de que esto sea una magnífica cámara oculta y que, en un rato, salga Kay diciéndome que era una broma para alguno de esos programas estúpidos de la tele.

—Y ahora, ¿dónde diablos encuentro a un intérprete?

Cuando lo googleo me aparecen mil opciones. Me siento tentada de comunicarme con el abogado por medio del translator. Las ganas desaparecen cuando caigo en que, una conversación tan técnica como esa, me puede llevar horas.

No sé por qué, pero el nombre de Ricardo pasa por mi cabeza. ¿Sabrá hablarlo? Según he visto, Portugal está al lado de España. Me imagino que lo enseñarán en el colegio. Son países vecinos. ¿Cómo se comunican si no?

No lo pienso más. Abro Instagram y me meto en su perfil.

—¡Vaya!

Me llama la atención que no tiene tantos post como esperaría, pero su diseño es bueno. Podría valorarlo mejor si supiera tuviera un mejor nivel de español —no sería mala idea que lo dominara, no en vano es la lengua materna de mis abuelos. También tengo muchos fans en los mercados hispanoamericanos que recibieron con mucha alegría el EP Esencia con tres hermosas canciones en castellano —junto con otras colaboraciones con artistas latinos.

¿Lo debería seguir? Sé que hay mucha gente que está controlando lo que hago en mis redes sociales y pueden sacar de contexto esta acción. Si, como su anillo indica, está casado o comprometido, lo puedo meter en problemas. O no... Tal vez hace que su popularidad suba al ver que yo lo estoy siguiendo.

¡A quién engañas, Athena! La prensa haría programas especiales afirmando que estamos saliendo juntos e inventarían las teorías más descabelladas para probarlo. ¡Es más! Imagino que ya sabrán que estoy por aquí. La gente del autobús habrá subido los videos y fotos conmigo en sus redes. Otros lo habrán emitido en directo...

—¡Que les den! —exclamo enojada.

Pulso sobre el botón Seguir también y, después, al de enviar mensajes.

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El móvil empieza a vibrar de forma continuada. Estaba en el baño aseándome y tengo que salir corriendo. Con suerte ya estará resuelto el problema del avión y nos estarán llamando para volver...

—¡Hostia! —exclamo cuando veo que ¡Athena Díaz me está siguiendo y mandando mensajes!—. ¡Oh, dios! ¡Oh, dios!

Abro la app de inmediato y me encuentro milmensajes de ella:

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