El Trato

365 43 160
                                    

Nos hicieron una foto...

¡No puedo creer que alguien nos haya hecho una foto y yo ni siquiera me haya hecho una mísera selfie con ella!

Sí, estoy siendo muy frívolo. No puedo hacer otra cosa para evitar pensar que, cada minuto que pasa, estoy más y más enamorado de ella —las cosas por su nombre. Ya incluso se lo dejé caer:

—Athena, esto puede sonar extraño, pero estas horas junto a ti me han hecho reír y pasarlo tan bien que doy gracias a Dios de que el avión se averiara. No te sientas mal —¡Eso dije! Muchas veces no hace falta decir que quieres a una persona para que ella lo sienta.

Es que el abrazo... Fue tan hermoso, que no lo voy a olvidar en la vida. No creo que ni la entrevista con F.J. Johnson me llene de tanta satisfacción como esto. Será otro sentimiento, orgullo, felicidad. No sé. Me llena el alma haber podido ayudar a Athena a que se sienta mejor. No sólo soy un idiota que no sabe hacer otra cosa que tartamudear y algún comentario gracioso.

¡Y para colmo me dice que me merezco todas las molestias de llevarme a la otra punta de los Estados Unidos! Ella puede tratar de convencerme de que no le importa, pero el coste no será una broma. ¡Pueden ser decenas de miles de dólares entre la ida y la vuelta! E-ella está tan a gusto conmigo que gastaría eso sólo por ayudarme. No sé. No me siento tan valioso o importante para ella como para algo así...

Volviendo a la foto: no sé qué va a pasar. Tiene pinta de que fue algún espontáneo que reconoció a Athena y va a querer forrarse a su costa. El tiempo que pase entre que se filtre y se extienda, es un misterio. Lo que no me cabe duda es que ya todo el mundo asumirá que Athena Díaz está en Ponta Delgada con un tío —nada más lejos de la verdad. Su paz se acabará y, por ende, se marchará antes de lo planeado.

Deseo de todo corazón que no arreglen el avión —espero que los demás pasajeros me puedan perdonar. Lo más triste es que seguro que, en breve, recibiré una llamada que me informará de que mi vuelo se ha reprogramado con garantías de llegar a Los Ángeles. Podré hacer mi entrevista y ver cómo me sorprende la vida... pero sin Athena.

¿Qué es este dolor? ¿Por qué siento que mis ojos se humedecen si pienso que es muy probable que no la vuelva a ver? Nos llevamos mejor de lo que podría esperar: nos reímos, bromeamos el uno con el otro, podríamos ser confidentes y... no es suficiente para mí.

Me jode que necesite más de ella. No puedo exigirle que me dé más de su presencia, de sus risas, de su voz nasal tan arrebatadora cuando me cuenta sus experiencias o que me permita sentir su abrazo, tocar su piel o embriagarme con su perfume.

Tengo que volver al potencial problema que se me presenta: ¿me reconocerá alguien? O ¿sólo se verá la cara de Athena? Eso suponiendo que sólo hiciera una foto, cosa que dudo. Es más, nadie nos asegura que no haya pasado antes y, al darse cuenta de que Athena estaba por aquí, no nos hiciera más fotos.

¿Qué pensará Rocío de esto? No creo que le guste. Llevamos varias semanas en horas bajas. Si no es ella, soy yo quién termina provocando una pelea. Estamos muy cansados. La vida nos ha pasado por encima y los siete años que llevamos juntos pesan como una losa.

Erin... ¡Mi hija hermosa! Te estás tragando tanta mierda que ya no sé cuál es la mejor opción. Quiero a Rocío, quiero que todo le vaya bien y que podamos encontrar de nuevo la estabilidad. Los problemas que estamos teniendo nos están desgastando. No veo un día de mi vida sin ella. Pero algo tiene que cambiar entre nosotros. No podemos seguir igual.

Tal vez ese es mi problema: ya no puedo seguir igual. Mis sentimientos por Athena me están confundiendo. Quiero mirar positivamente mi relación con Rocío. Trato de... ¡Joder! ¿A quién quiero engañar? Si pudiera salir con Athena y conocerla más, y saber que a Rocío no le dolería nuestra separación sino la liberaría, estaría dispuesto a sacrificar lo que sea. Salvo a Erin.

InvitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora