Dylan se quedó por unos minutos admirando su concentración por sacar buenas fotos.
—Mira ¿Quieres que te los pase?—le mostró el celular.
—Wow, están hermosas, pásamelos—respondió sonriendo.
Le pasó por Whatsapp y ya unos segundos después se dio cuenta que Dylan quería decir algo.
—De que me querías hablar—dijo mirándole.
—Ah mmm no sé que decir. Pensé que no llegaría tan lejos—se rasco la cabeza.
—Ni que fuera inalcanzable—dijo Mery riéndose.
—Creeme que si lo pareces—la miró.
—Vaya—sonrió nerviosa y no dijo nada.
Empezó a sonar su celular. Estaba en voz alta la llamada.
—¿Lo tienes?
—Sí, me costó una vida entera encontrarla, más vale que funcione—
—Okey, bajo—colgó y volteó a ver a Mery—me disculpas un momento, voy al baño—
Bajó las escaleras deprisa y Mery se quedó mirando alrededor cuando nota la silueta de alguien a lo lejos. No lo tomó importancia.
Pasó un minuto y Dylan ya estaba subiendo las escaleras. En un mano tenía su celular y en la otra el regalo. Mientras subía miraba a Mery, tanto así su concentración que tropezó en el último escalón. Por apoyarse con su mano literalmente rompió la pantalla de su celular.
—¿Estás bien?—se acercó preocupada.
—Sí, que bueno que no se hizo nada—alzó el regalo.
—Pero tu celular...
—Eso no importa, me compro otro—sonrió avergonzado.
Lo que trajo de regalo era una galleta de la felicidad. Era una galleta que se partía en dos y una mitad se lo dabas a una persona especial.
—¡Wow! donde conseguiste esas galletas. En mi niñez era muy difícil de conseguir y siempre la mitad se lo daba a mi mejor amiga o a mis padres—dijo Mery asombrada.
—Le pedí especialmente al primo de Jackson que lo comprara en el extranjero. Por acá ya no venden estas galletas—dijo Dylan sonriendo.
—Suspira—Me trae tantos recuerdos de infancia—observava el envoltorio con tanta delicadeza.
—Abre la galleta y la parte—Mery, yo solo quiero hacerte esta pregunta ¿Quieres ser parte de mi felicidad?—le ofreció la mitad de su galleta.
Mientras tanto Patrick ya estaba subiendo las escaleras discretamente.
—Yo no sé qué decirte, me da miedo lastimarte—
—Su sonrisa se borró—Pero solo es cuestión de decir sí o no—se acerca mucho a ella.
Su mirada era muy fija, ya parecía querer obligarla.
—Es que no me entiendes, yo ya...—dijo Mery retrocediendo.
—Quien te da más atención que yo. No te creas más que yo—dijo agarranfo su muñeca.
Su mirada se oscurecia en enojo. No parecía el Dylan que conoció.
—Es que… —empezó a sentir miedo, pero tenía que hacer algo—¡Basta Dylan!—botó su mano.
—¿Acaso puedes ganarme en fuerza?—se burló.
Al escuchar la voz de Mery subió rápidamente.
—¡No es no, Dylan!—lo miró enojado.
—Otra vez tú, acaso te gusta interrumpir a las personas en momentos importantes—dejó de dirigirse hacia Mery para ir hacia Patrick.
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AMAR COMO LAS ESTACIONES
Любовные романыCuatro adolescentes, cuatro corazones y cuatro estaciones. Estaba sentado en el coche. El primer día de clases no fue tan emocionante, yo quería verla. Mi primo como siempre hacia amigos más rápido que yo. Ahí lo ven conversando con dos chicas, me...