CAPÍTULO V: LA METIDA DE PATA

239 18 2
                                    

Al día siguiente la mamá de Bélida llevó un almuerzo a todos los del salón por haberla apoyado en el concurso.

—Hoy día chicos nadie va a comprar su almuerzo. La mamá de Bélida en forma de agradecimiento preparó comida para todos—dijo la profesora frente a todo el salón.

—Vamos a empezar a repartir—Mery feliz ayudaba a Bélida y a su mamá.

—A lavar sus manos chicos.

Todos se fueron a lavar sus manos. Llegaron al salón y todos los platos ya estaban en sus respectivos asientos. Empezaron a comer.

La mamá de Bélida ya se había ido porque estaba ocupada en el restaurante.

Cada uno estaba en su grupo de amigos. Hasta que, en el grupo de Kamíl.

—Está rico—Kamíl devoraba la comida.

—Espera, ¿¡Qué dijiste Kamíl!? repítelo de nuevo, por favor. Que la comida de tu suegra que—Fredy lo hizo con toda la intención de molestar.

Cabe decir que Fredy lo molestaba porque veía que el comportamiento de Kamíl era solo observar a Bélida, tal vez confundió las cosas o vio la verdad.

—Todos voltearon a mirarlo—. En primer lugar, no es mi suegra, porque jamás estaría con su hija. Además, la comida en mi casa lo preparan mejor. No pasa nada lo que preparó—dijo en voz alta, pero nervioso.

Muchos sonrieron burlonamente mirando a Bélida. Ella agachó la mirada y se fue corriendo al baño. Mery reaccionó rápido.

—Esto no te lo paso Kamíl—dijo muy enojada agarrándole del cuello de su camisa y después le dió una cachetada.

—No era mi intención—dijo Kamíl bajando la mirada dándose cuenta que hizo una tremenda estupidez.

—Si haces soltar una sola lagrima a mi mejor amiga, no te lo perdono—dijo Mery yéndose molestando detrás de Bélida.

—Es que yo...—se quedó en silencio al ver que el resto de sus compañeros lo miraban sorprendidos.

—Kamíl, ya tú sabes que debes una gran disculpa a Bélida y a su mamá. Vas a hacer firmar este documento a tus padres dónde van a autorizar imponerte un castigo—la profesora estaba decepcionada del comportamiento de Kamíl.

—Está bien—dijo Kamíl cabizbajo sobándose el cachete, ya que se estaba enrojesiendo.

Todo se sumió en un gran silencio. Continuaron comiendo, pero incómodos.

Bélida regresó del baño con Mery y ella estaba con los ojos rojos, no quería ver a nadie. Los demás intentaban no mirarla.

Llegó la hora de salida y todos ya habían salido. Bélida con Mery estaban pasando por el jardín, en ese entonces aparece Kamíl en frente de ellas.

—Hola Bélida, quería pedirte...—estaba desesperado y nervioso a la vez.

—Interrumpiendo—todavía tienes cara de venir a hablarla. En serio te pasas de hipócrita. No era que te den comida si es que no sabes apreciar—estaba enojadísima.

—Lo sé, me comporté como un idiota y...—intentó mirar a Bélida.

—Interrumpiendo—antes de que digas más. Quiero que sepas que conmigo podías bromearte, hasta burlarte. Pero, meterte con mi madre, eso fue un gran error. Yo odio que hablen mal de mis padres. Así que, esto no te lo voy a perdonar simplemente con unas palabras. Lárgate, que estorbas en mi delante—. Lo miró antipáticamente y lo apartó con su mano.

Kamíl sé quedó cabizbajo y caminó hacia el portón, ahí lo esperaba su chofer. El remordimiento le carcomía el cuerpo. Solo rondaba por su mente el momento en que ella tenía una mirada de decepción absoluta hacia él.

AMAR COMO LAS ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora