CAPÍTULO XXVIII: SANANDO

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Patrick apenas llegó a su casa y se fué a su piscina. Se lanzó con toda su ropa, ya no aguantaba más. Necesitaba que el agua lave todas sus penas. Nadó unas cuantas vueltas. Se sacó casi toda su ropa y lo dejó a un costado. Se hechó al borde de la piscina.

—Respirando agitado—¡Maldita sea esta noche! ¡No estaba preparado! Yo te amaba, yo te amaba, ¿que faltó en mi?, Llegué muy tarde, ¿verdad?—dijo mirando las estrellas de aquella noche inolvidable. Dónde le rompieron el corazón y al mismo tiempo se afirmó que alguien lo amaba.

Solo le quedaba desahogar lo que tenía dentro. Las lágrimas brotaban de su rostro, era cólera y tristeza lo que sentía.

Aquella noche fue hermosa para Kamíl y Bélida. Dolorosa para Patrick. Un poco hermosa para Mery  por el acercamiento hacia Patrick, pero a la vez dolorosa porque vio como le rompían el corazón a alguien que amaba.

Después de una pesada noche. Patrick se levantó de su cama a las diez de la mañana. Sus padres recién habían llegado de viaje. Bajó a tomar agua.

—¡Oh! Joven Patrick, pensé que estaba en el colegio, ¡Dios mío!, hoy viene su mamá, me va a matar—dijo desesperado, Hugo, su guardaespalda (cuidador).

—No fué una bonita noche. No tengo ganas de hacer nada. Si me permite, voy por agua—dijo somnoliento con los pelos de punta.

—¡Mercedes! Trae agua para el joven—ordenó a una de las sirvientas—tome asiento, todo va a estar bien. La reñida lo recibiré yo, okey—dijo sentándole en un sillón de la sala.

—No se preocupe Don Hugo, le diré la verdad a mis padres—dijo bostezando.

—Aquí tiene su agua joven—dijo Mercedes entregando el vaso.

—Gracias Mercedes.

Estaba tomando su agua, cuando suena el timbre. Hugo sabía que eran los padres de Patrick.

—Patrick se levantó—No, no lo pueden ver en esta situación—dijo atajándole.

—Quiero ver a mis padres—dijo mirándole serio.

Lo dejó pasar. Las sirvientas ya habían abierto la puerta. Se dirigió hacia ellos que estaban entrando.

—¡Dios mío hijo!, cómo te vas a ver así, ¿acaso solo en fiestas andas?—dijo preocupada.

—Hola mamá—abrazándola—no, anoche no fuí a ninguna fiesta.

—¿Entonces que te pasó?—preguntó.

—Hola campeón, te ves fatal he. No dejes que una decepción amorosa arruine tu día—dijo abrazándole.

Su padre sabía porque también había pasado por eso.

—Hola papá, sí que le diste al clavo—dijo fingiendo una sonrisa.

—Te la pasaste llorando, es que no puede ser. Mi hijo es un príncipe, tiene modales, es guapo, detallista, ¡que chica te podría despreciar!—dijo un poco molesta.

—Mamá cálmate, hay muchos como yo. Solo no fuí el indicado para ella y ya—dijo sentándose en el sofá.

—Ya cariño déjalo así, dale su espacio—mirando a Patrick—¿quieres comer algo dulce?, eso siempre te anima—dijo su papá.

—Sí, un helado de menta con chispas de chocolate, por favor—dijo medio sonriendo.

—Tu tristeza no lo vas a controlar con comida. Necesitas ayuda emocional. Hoy visitaremos a una psicóloga y no me digas que no—dijo mirándole su mamá.

—Okey, váyanse a descansar, deben estar cansados por el viaje.

—Descansaremos, pero no te quiero ver con esa cara de mala gana. Te bañas y bajas a comer con nosotros—dijo tomándole del mentón.

AMAR COMO LAS ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora