Sentía como si una gigantesca piedra estuviese en su espalda, sus hombros comenzaban a doler y su cabeza no paraba de dar vueltas y sus ojos le pesaban.
En cualquier momento se iba a desmayar, un raro hormigueo recorría su cuerpo entero. Su estómago se revolvía como una tortura.
Apenas logró salir del taxi y con pasos torpes y lentos se dirigió hacia la entrada de su casa, donde su hijo le estaría esperando con una gran sonrisa en los labios.
Y aunque no le pudiese devolver el gesto, lo apreciaría.
Todo un día lleno de estrés para recibir su recompensa, la cual era un menor contento y emocionado por verla.
Veía todo borroso, no escuchaba nada, pero sabía que alguien le estaba llamando, sus piernas dejaron de funcionar y sus ojos finalmente se cerraron.
En cualquier segundo, su cuerpo caería e impactaría contra el suelo, provocando más dolor en su cuerpo.
No había nada de energía, era como si su mente se hubiese rendido, pues siempre fue débil, lo único que le daba valor y motivación era aquel menor que le sonreía y le hablaba sin parar.
<< Cierto... Me la paso tan ocupada y estresada que se me ha olvidado comer. >>
Tal vez eso explicaba el por qué su cabeza dolía y su estómago no paraba de rugir, pidiendo a gritos que consumiera algo.
¿Cómo ella, alguien que no se preocupaba tanto por su propia salud y alimentación, podría cuidar tanto de un menor de edad?
Amaba más al pequeño que a sí misma.
Una suave mano movió delicadamente su rostro, ni siquiera notó los brazos que recorrían su cuerpo, sosteniendole con firmeza, y se tensó un poco, aunque se tranquilizó al ver los preocupados ojos de ese intruso que había decidido entrar a su vida de manera inesperada.
--(T/N), ¿me puedes escuchar?-- Era obvio que se encontraba preocupado, podía sentir su agitada respiración, e incluso sus manos temblaban ligeramente.
Shanks la llevó hasta la sala de estar, cargandola entre sus brazos. Se encontraban tan cerca que la chica notaba los rápidos latidos de su corazón.
--¿D-Dónde estoy?-- Apenas logró pronunciar, aún se sentía mareada y su cuerpo pesaba y no lo podía mover.
Su pregunta no fue respondida ya que unos segundos después se visión se nubló y luego lo único que logró ver fue oscuridad.
(...)
--Estómago vacío, noches sin dormir, estrés a cada hora del día, ansiedad...-- El mayor dejó salir un largo suspiro, la molestia era notoria, era como si estuviese acostumbrado a tener a la joven en su consultorio. --En este momento solo hay una cosa que puede ayudarte-yoi.--No, estoy bien.-- Interrumpió ella, pues sabía cuales serían las siguientes palabras de su amigo médico. --Tan sólo necesito relajarme.
--Necesitas más que eso, (T/N).-- Replicó el rubio con una mirada de enojo. --Si no fuera por tu hijo, te tendría encerrada en un hospital y te obligaría a descansar.
--Estoy bien, solamente fue un pequeño desmayo, Marco.
El silencio inundó la habitación, el rubio nuevamente suspiró de forma pesada.
--Una semana.
--No.
--Me da igual, hablaré con tu jefe.
--No.
--Si-yoi.-- Sin esperar respuesta, él se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta para abrirla y dejar que la joven abandonase el lugar. --Tengo que asegurarme de que comas.
--¡Yo puedo cuidar a mami!
Al abrir la puerta, un pequeño niño de cabellos (c/c) comenzó a saltar en un intento de captar la atención del médico y la chica.
--¿Ah, si?-- Marco se acercó un poco al menor. --¿Me prometes de que cuidaras a mamá para que no se enferme?
--¡¡Si!! ¡Shanks-sensei también me puede ayudar!
El pelirrojo, quien se encontraba detrás del menor, sonriendo, intercambió miradas con Marco.
--¿Ustedes tienen algún tipo de relación?
El corazón de la fémina olvidó como latir, apretando los labios y desviando la mirada hacia otro lugar, fingiendo que no había escuchado la pregunta del rubio.
Sus mejillas estaban claramente ruborizadas, no había forma de ocultarlo.
Tan solo esperaba que su propio hijo no le delatase.
--Marco, me encuentro mejor, realmente no necesito descanso.-- Trató de convencerle una vez más, y cambiando de tema de manera disimulada. --Comeré y dormiré un poco, pero-...
--No te preocupes, (T/N), me encargaré de ti como una pequeña niña, después de todo soy bueno con los niños.-- Y aunque pareciera que Shanks se burlaba de ella, él estaba siendo completamente serio.
--Solo serán unos días libres, trata de no estresarte demasiado por eso.-- Dijo Marco.
--Me niego.
--Da igual, llamaré a tu jefe como sea.
Y, sabía que no importaba ni una sola palabra que dijese para tratar de convencer al cara de piña para que no llamase a su jefe.
Era su fin.
Su rutina. Todo iba a cambiar por ese descanso, todo porque no pudo alimentarse de la forma correcta.
Una vez caminaron hacía el coche del pelirrojo, la chica perdió su mirada en la ventana y observó el cielo, sin decir una sola palabra.
--¿Tan mala es mi comida?
--¿Eh-? ¡N-No, no es eso!-- Su cerebro dejó de funcionar por unos segundos. El nerviosismo causaba confusión y no sabía muy bien que contestar. --Es-es demasiado estresante.
--Oh, entiendo.
--Mami, ¿puede Shanks-sensei ayudarme a cuidar de ti?-- Intervino el niño.
--Shanks-sensei tiene mucho trabajo que hacer, hijo, no podemos molestarle.
--De hecho, no tengo tanto trabajo, puedo encargarme de ti.-- Le regaló una suave sonrisa, sonrojando a la chica. --Me siento un poco culpable por no haber notado que no te estabas alimentando y descansando bien.
--E-Está bien, no tienes por qué culparte, y tampoco tienes que encargarte de mí.-- Trató de explicar aunque hablaba entre tartamudeos ya que el nerviosismo le estaba afectando.
¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué actuaba de aquella manera tan rara?
--Me encargaré de ti y de tu hijo.
No.
Estaba dejando que sus emociones controlasen sus acciones.
La última vez que aquello pasó, las cosas terminaron realmente mal.
No podía confiar en nadie, aunque estaba siendo demasiado tentada a entregarle su confianza a ese dulce pelirrojo.
¿Por qué?
CONTINUARÁ...
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Antes De Ti (Shanks x Lectora)
RomanceEl amor no es lágrimas, no es ansiedad o estrés, el amor no te lastima, el amor te da libertad y comodidad, un lugar seguro donde puedes ser tu mismo. Gracias a aquel pelirrojo, ella descubrió que el amor no es una jaula, si no un ave que te da feli...